El ministro paquistaní de Minorías Religiosas, el cristiano Shahbaz Bhatti, ha sido asesinado el 2 de marzo en Islamabad. La versión oficial habla de “asaltantes desconocidos” que desde una moto abrieron fuego contra su automóvil, y huyeron inmediatamente.
Shahbaz Bhatti sabía que su vida corría peligro, pero estaba dispuesto a jugársela a favor de la libertad religiosa de los paquistaníes y, particularmente, de los cristianos. La presión islamista era muy fuerte contra su trabajo en el Ministerio de las Minorías, que estuvo a punto de desaparecer en la reciente remodelación del gobierno de Islamabad. Su asesinato hace crecer la angustia que sufren los cristianos ante la continua violencia por parte de unos fundamentalistas a los que las autoridades parecen incapaces de controlar (en el caso de que no exista connivencia con ellos).
A raíz de su continuidad en el gobierno, Bhatti hizo unas declaraciones dramáticamente proféticas a la agencia Fides: “Mi nuevo nombramiento seguramente creará resentimientos y protestas en muchos extremistas islámicos. Pero mi lucha continuará, a pesar de las dificultades y amenazas que he recibido. Mi único objetivo es defender los derechos fundamentales, la libertad religiosa y la vida de los cristianos y de las demás minorías religiosas. Estoy dispuesto a cualquier sacrificio por esta misión, que deseo cumplir con el espíritu de un siervo de Dios. Doy las gracias a todos los que han rezado por mí y me han apoyado. Estoy recibiendo muchos mensajes de solidaridad procedentes de Pakistán y de todo el mundo. Los cristianos paquistaníes están felices de tener todavía un representante en las instituciones”. Y concluía: “Ahora queda mucho trabajo por hacer, nos enfrentamos a problemas muy graves, como el de la ley anti-blasfemia. Trataré de dar testimonio, en mi trabajo, de la fe en Jesucristo” (12-02-2011).
El asesinato se ha producido en medio de la polémica por los intentos de abolir la ley que castiga con pena de muerte la blasfemia contra Mahoma. Por la misma razón fue asesinado a principios de enero por un policía de su escolta el gobernador del Punjab, Salman Taseer, también partidario de reformar la ley anti-blasfemia. De hecho, en los últimos dos meses, se han sucedido las manifestaciones populares de apoyo a la policía y en contra de cualquier cambio en la ley anti-blasfemia. El gobierno declaró que no tiene intención de apoyar la reforma, y los parlamentarios autores de enmiendas están también amenazados de muerte.
Peter Jacob, Secretario de la Comisión Episcopal “Justicia y Paz”, amigo personal de Bhatti, declaró a la agencia Fides: “Estamos en un estado de shock y pánico: la comunidad católica, todos los cristianos, estamos traumatizados por este último asesinato. Nos sentimos desconcertados e indefensos. Este asesinato significa que el país está a merced de los terroristas, que pueden permitirse asesinar a personalidades de alto rango. Nos sentimos muy vulnerables: lo son, sobre todo, los defensores de los derechos humanos y las minorías religiosas. Condenamos enérgicamente este acto de barbarie. Ahora es el momento de luto; luego, como cristianos, decidiremos qué hacer”.
En Roma el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, respondía a los periodistas que “Bhatti era el primer católico que ostentaba un encargo de ese tipo. Recordamos que había sido recibido por el Santo Padre el pasado mes de septiembre y que había dado testimonio de su compromiso en favor de la convivencia pacífica entre las comunidades religiosas de su país. A la oración por la víctima, a la condena por el incalificable acto de violencia, a la cercanía a los cristianos paquistaníes, tan golpeados por el odio, se une el llamamiento para que todos se den cuenta de la dramática urgencia de la defensa de la libertad religiosa y de los cristianos objeto de violencia y persecución”.
Porque, en general, no cesa la presión contra cristianos corrientes, en circunstancias semejantes a las de la ya tristemente famosa Asia Bibi, quien espera en prisión la sentencia en apelación del Tribunal de Lahore. Su marido y sus hijas han tenido que huir del lugar donde vivían por temor a represalias. A finales de febrero, otra mujer cristiana, Agnes Nuggo, de unos 50 años, era acusada de blasfemia y detenida en la diócesis de Faisalabad, en la provincia de Punjab. Tiene varios hijos y vivía con su familia en el barrio cristiano de Waris Pura. Como en casos semejantes, la denuncia deriva de una disputa sobre terrenos. Para quitárselo, unos vecinos musulmanes afirman que pronunció frases insultantes contra Mahoma y el islam.
Como precisó Haroon Barket Masih, de la Masihi Foundation, que se ocupa de Asia Bibi, “el de Agnes es uno de los muchos casos de persecución que se siguen produciendo. La mayoría de los episodios permanecen ocultos y no llegan a salir a la luz de la opinión pública. Sólo cuando las familias de las víctimas piden ayuda a Iglesias, fundaciones u organizaciones no gubernamentales, entonces las injusticias salen a la luz. Las familias a menudo guardan silencio por temor a las represalias. Y las instituciones no reaccionan: en esta situación, ¿qué pueden hacer los cristianos?” (Fides, 22-02-2011).
Por su parte, Rosmary Noel, responsable de la Pakistan Catholic Woman Organization, recuerda que “ser una mujer cristiana en Pakistán es un doble peligro. Por el mero hecho de ser mujer está expuesta a la discriminación, la violencia y el abuso. Las mujeres tienen difícil el acceso a la educación y al mundo del trabajo. Las cristianas sufren una doble discriminación. Son consideradas como objetos por los musulmanes y sufren todo tipo de abusos e injusticias, en medio de la indiferencia general”.
Se comprende que los cristianos se sientan cada vez más perseguidos en Pakistán. La violencia se suma a la discriminación. De hecho, sólo el 2% tiene acceso a trabajos no subalternos. La mayoría desempeñan tareas de limpieza. El miedo de las represalias, les lleva a callar. Como expresa un cristiano anónimo de Peshawar a Le Monde, “¡es muy difícil para nosotros! Estamos totalmente oprimidos. Estamos muy nerviosos. Sólo tenemos puestos de trabajo de barrenderos. Si hay una discusión, la culpa es siempre del cristiano. Si ellos blasfeman, no les pasa nada”.
Como afirmó Mons. Lawrence Saldanha, arzobispo de Lahore y presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán, al condenar el asesinato de Shahbaz Bhatti: “Este es un perfecto ejemplo trágico del clima insostenible de intolerancia en el que vivimos en Pakistán. Pedimos al gobierno, a las instituciones, a todo el país, reconocer y enfrentarse con decisión a este problema, para que se ponga fin a este estado de cosas, donde la violencia triunfa”.