Pakistán, síntesis de la falta de libertad religiosa en el mundo

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Al consultar el informe bienal sobre libertad religiosa de la fundación Ayuda a la Iglesia necesitada, la primera sorpresa de este 2014 es que el prólogo está a cargo de Paul Jacob Bhatti, antiguo ministro federal de Armonía Nacional y Asuntos de las Minorías de Pakistán. Afirma que “la causa de la libertad religiosa cambió mi vida y la de mi familia para siempre”, en memoria de su hermano Shahbaz Clement Bhatti, entonces ministro federal para las Minorías, asesinado a plena luz del día, como consecuencia de su esfuerzo por acabar con injusticias y proteger a las comunidades oprimidas y marginadas. Tras ese doloroso acontecimiento, decidió abandonar su vida apacible como médico en Italia, para hacerse cargo de la continuidad en la lucha por la libertad.

Una pareja cristiana quemada viva

Pakistán sigue siendo un país tristemente famoso por las continuas muestras de intolerancia religiosa, que alcanzan violencias execrables, como la recientemente sufrida por una pareja cristiana, quemada viva por una turba musulmana. El hombre, de 35 años, y su mujer, de 31, trabajaban en una fábrica de ladrillos en el distrito de Kasur, a unos 50 kilómetros de la capital provincial, Lahore. Se les acusaba de haber quemado un Corán.

La impunidad acompaña a actos vandálicos como el saqueo e incendio del barrio cristiano de Lahore

Esta vez, la tragedia ha tenido más eco de lo acostumbrado en la prensa occidental, que pasa de puntillas con otros fenómenos, como las condenas a muerte de la madre de familia con cuatro hijos Asia Bibi, pendiente de apelación ante el Tribunal Supremo, o la de Sawan Masih –también casado y con hijos–, que continúa en el corredor de la muerte, condenado también por supuesta blasfemia. Ambos rezan y no pierden la esperanza.

Se comprende que el informe de AIN, como en años precedentes, dedique un gran espacio a este enorme país, de casi 180 millones de habitantes, república islámica desde la descolonización en 1947. Los musulmanes son el 96,4% de la población; con un 1,9% de hindúes, y un 1,6% de cristianos.

La inestabilidad política se ha reflejado en décadas de dictaduras y golpes de Estado, aunque en 2013 se celebraron elecciones relativamente democráticas, con menos violencias que en ocasiones precedentes. El triunfador y nuevo primer ministro fue Nawaz Sharif, líder de la Liga Musulmana de Pakistán. Aunque se le considera cercano a los fundamentalistas islámicos, nombró a un cristiano, Kamran Michael, ministro de Puertos y Navegación. Se interpretó como “un claro mensaje para las minorías de que la Liga Islámica pretende defender y garantizar los mismos derechos para todos”.

Sin embargo, en la práctica, en el país se siguen produciendo abundantes ataques contra las minorías, especialmente contra los cristianos.

Leyes de blasfemia

Como recuerda el informe de AIN, la Constitución garantiza formalmente la libertad religiosa. Sin embargo, la estructura legal y política de Pakistán no trata a las minorías religiosas con igualdad. Prevalece la confesionalidad islámica: el jefe de Estado y el primer ministro tienen que ser musulmanes; el tribunal federal de la sharía tiene potestad para declarar inválida cualquier ley en caso de ser contraria al Islam, y para sugerir enmiendas.

Abundan los casos de injustas acusaciones de blasfemia, así como la práctica habitual de presiones para la conversión al Islam

Por otra parte, las llamadas leyes de blasfemia del código penal (artículos 295B, 295C, 298A, 298B, 298C) limitan en la práctica la libertad de religión y expresión. Profanar el Corán o insultar al profeta son delitos castigados con penas de cárcel o, incluso, con la muerte. En la vida diaria, estas leyes se utilizan con frecuencia como instrumento de persecución contra las minorías y como una represalia en el caso de conflictos por temas económicos o sociales. Nadie se atreve a reformarlas. Quienes han propuesto enmiendas (como el gobernador de Panyab, Salman Taseer y el ministro para las Minorías, Shahbaz Bhatti, católico) fueron asesinados.

En 2012, se registraron 12 casos de cristianos víctimas de las leyes de blasfemia. La legislación gubernamental dispone la existencia de un ministerio de Asuntos Religiosos y Armonía Interreligiosa, con la tarea de garantizar la libertad religiosa. Sin embargo, su propio lema proclama esta aleya del Corán: “El Islam es la única religión que Alá acepta”.

Actos vandálicos

El informe recuerda muchos casos recientes de injustas acusaciones de blasfemia, así como de la práctica habitual de presiones para la conversión al Islam. Se intimida a cristianos o miembros de otros credos minoritarios y, en ocasiones, se les asesina por su negativa a convertirse. Y se llega a justificar la violencia contra personas como Malala Yousafzai, musulmana, reciente premio Nobel de la paz.

La impunidad acompaña a actos vandálicos como el saqueo e incendio del barrio cristiano de Lahore en marzo de 2013. Se quemaron y destruyeron unas 160 viviendas, 18 pequeños negocios y dos iglesias, una católica y otra adventista del Séptimo Día. El ataque fue provocado por una típica e injusta acusación de blasfemia contra uno de sus residentes del barrio.

El estudio describe también la violencia contra los musulmanes chiítas y hazaras, procedentes de Afganistán. No ha cesado tampoco a lo largo de 2013, especialmente en Quetta, capital de la provincia de Baluchistán. En uno de los ataques, el 16 de febrero, en el mercado del barrio hazara de la ciudad, murieron unas 89 personas y otras 200 resultaron heridas. Un mes antes, una explosión en un salón de billar había dejado 81 muertos y 120 heridos.

La conclusión se impone por desgracia: “la situación de la libertad religiosa en Pakistán ha empeorado durante el período que se estudia en este informe”.

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