La mayoría de los Estados norteamericanos han aprobado la ley que define el matrimonio como «la unión legal entre un hombre y una mujer».
Con Texas, el pasado 28 de mayo, son ya 37 los Estados norteamericanos que han aprobado en sus territorios la ley de Defensa del Matrimonio (LDM). La ley -incluida en el Código de los Estados Unidos- se aprobó en julio de 1996, con amplio apoyo de demócratas y republicanos, y con la firma del entonces presidente, Bill Clinton (ver servicio 153/96). Después, los Estados -competentes en materia de regulación del matrimonio- la han ido aprobando en sus territorios. La ley define el matrimonio como la «unión legal entre un hombre y una mujer» y deja sin efecto, en los Estados que la han aprobado, el resto de uniones que puedan reconocer otros Estados.
El subtítulo de la LDM dice que es «una ley para definir y proteger la institución del matrimonio». La definición se hacía necesaria porque los tribunales empezaban a juzgar casos de uniones homosexuales o de parejas de hecho en las que se trataban asuntos de rentas, pensiones, rupturas, etc. La referencia más a mano era el matrimonio, y algunos jueces empezaron a intentar redefinir, por ampliación, la institución matrimonial.
Para evitarlo y «para determinar el sentido de cualquier Ley del Congreso o de cualquier norma, regulación o interpretación de los distintos departamentos administrativos y agencias de los Estados Unidos, el término matrimonio significa sólo una unión legal entre un hombre y una mujer como marido y esposa, y el término cónyuge se refiere solamente a una persona del sexo contrario que es marido o esposa», dice la tercera sección de la ley.
No obstante, como cada Estado es competente en materia de regulación matrimonial, incorporar o no esta definición afecta al Derecho interestatal. En la práctica se da «pleno crédito» a los matrimonios celebrados conforme a las leyes de otros Estados, pero cuando el Tribunal Supremo de Hawai dictaminó que la denegación de una licencia matrimonial a una pareja homosexual era una discriminación inconstitucional en razón del sexo (ver servicio 35/96), saltó la alarma. Si aquello prosperaba, un «matrimonio» de homosexuales celebrado en Hawai tendría que reconocerse en los demás Estados.
De ahí que la segunda sección de la LDM diga que «ningún Estado, territorio, posesión de los Estados Unidos o tribu india, estará obligado a hacer efectiva en su ámbito propio ninguna ley, documento o sentencia judicial de otro Estado, territorio, posesión o tribu, concerniente a una relación entre personas del mismo sexo, que sea considerada como matrimonial según las leyes de ese otro Estado, territorio, posesión o tribu; y tampoco, cualquier derecho o demanda surgida de una relación de ese género».
La decisión del Tribunal Supremo de Hawai ha sido la causa de que los Estados hayan aprobado en cascada la LDM -Texas es el último ejemplo- o incluso se hayan atrevido con consultas populares, como en Nevada o California (ver servicio 39/00). Rick Perry, gobernador de Texas, afirmó el día de la firma de la ley que «con esta aprobación, Texas se une a esos más de treinta Estados cuya población mayoritaria piensa que el matrimonio es la unión legal entre un hombre y una mujer».