La Cámara de los Comunes británica ha sido escenario esta semana de los debates en torno a la Ley de Embriología y Fertilidad Humana. Cuatro cuestiones centraban la discusión de los diputados: la investigación con embriones híbridos de humano y animal; la creación de embriones seleccionados para ser donantes de un hermano enfermo; si se anulaba la exigencia de que, antes de admitir a la fecundación in vitro a una mujer sola, se tenga en cuenta la conveniencia de haya un padre involucrado; y la posibilidad de reducir el tiempo límite para abortar de las actuales 24 semanas a 20 semanas de gestación.
El Daily Telegraph decía que en el palacio de Westminster se debatían estos días “algunos de los asuntos de conciencia más relevantes de nuestra generación”. Dicha relevancia fue reconocida por los grandes partidos, que dieron a sus diputados libertad de voto.
Vía libre a los embriones híbridos
El primero de los debates afrontaba la posibilidad de aprobar por ley la investigación científica con embriones híbridos, cosa que desde hace algunos meses ya se puede hacer con autorización administrativa (ver Aceprensa, 18-01-2008). Tras tres horas de intensa discusión, el Parlamento dio el plácet, por 336 votos a favor y 176 en contra. Más ajustada fue la votación sobre una de las enmiendas, que buscaba prohibir únicamente la hibridación pura, o sea la creación de embriones mitad hombre y mitad animal, pero permitiría formar embriones insertando el núcleo de una célula humana en un óvulo de animal. Esa limitación fue rechazada por 286 votos contra 223.
Tanto el primer ministro laborista, Gordon Brown, como el líder de la oposición conservadora, David Cameron, respaldaron la técnica. En cambio, tres miembros católicos del gabinete laborista se contaron entre los ministros que votaron a favor de la prohibición: Ruth Kelly, secretaria de Transporte; Des Browne, secretario de Defensa; y Paul Murphy, secretario de Gales, votaron a favor de prohibir toda forma de hibridación.
Según dijo el diputado conservador Edward Leigh a The Times, la decisión supone cruzar una “última frontera”, con desconocimiento de los peligros de la investigación que se acababa de permitir. Leigh afirmó que se estaban dando falsas esperanzas sobre la curación de enfermedades como el parkinson, el alzheimer y el cáncer a través de este tipo de técnicas. “En muchos aspectos -concluía Leigh- somos como niños jugando con minas terrestres, ingenuos y sin ninguna noción de los peligros de la tecnología que se está manejando”.
La ministra de salud, Dawn Primarolo, sostuvo en su intervención que no se debía atender a las enmiendas, pues “una vez que se emprende ese camino, parece ilógico oponerse a determinadas combinaciones”. Primarolo dijo que la razón que hace necesario el uso de este tipo de embriones híbridos es la escasez de óvulos humanos y admitió que el proyecto de ley no era una promesa de que podrían encontrarse tratamientos eficaces a enfermedades: “de momento es solo una aspiración”, dijo.
Plazos para abortar
El segundo tema de discusión versaba sobre los llamados “bebés-medicamento”: la selección de embriones generados in vitro para convertirse en donantes compatibles de tejidos a hermanos que padecen enfermedades por alteraciones genéticas. El Parlamento británico dio también luz verde a estas prácticas.
Se aprobó además permitir sin restricciones el recurso a la fecundación artificial por parte de una mujer sola. La versión actual de la ley no lo prohíbe, pero exige considerar en cada caso, como posible motivo para rechazar la solicitud, si podría ser perjudicial para el hijo que nacerá estar privado de padre. La supresión de este requisito era una demanda, sobre todo, de las organizaciones de lesbianas.
El último punto de la ley que ocupó a los Comunes fue la posibilidad de reducir el actual periodo para abortar de 24 a 22 semanas (a no ser en caso de de grave y permanente lesión para la salud física o psíquica de la madre, o riesgo de grave malformación del feto). Un total de 233 diputados votaron a favor, entre ellos el líder conservador, David Cameron, y varios ministros del Gobierno; en contra hubo 304 votos, entre ellos el del primer ministro, Gordon Brown, y el del líder liberal-demócrata, Nick Clegg.
La cuestión del aborto en el Reino Unido no se debatía en el Parlamento desde hacía casi dos décadas. En 1990 se acordó rebajar a 24 semanas el plazo de 28 establecido en la ley del aborto de 1967. Los progresos médicos que permiten la supervivencia del feto fuera del útero desde la semana 22, movieron a un grupo de parlamentarios a plantear una nueva reducción.
El proyecto de Ley de Embriología no está aprobado definitivamente. La Cámara de los Comunes tiene aún que celebrar otras dos sesiones de debate en fase de comité, que serán a principios de junio, y luego habrá oportunidad de proponer enmiendas antes de la tercera lectura. El Grupo Parlamentario Pro Vida, en el que hay diputados de todos los partidos, ha anunciado que seguirá intentando modificar el proyecto en los trámites restantes.