El gobierno canadiense de Justin Trudeau ha prometido que para el próximo 1 de julio estará legalizada la marihuana de uso recreativo. Ante las posibilidades de mercado que ahora se abren, han empezado a producirse movimientos en el sector de la marihuana. Como en otros tiempos ocurrió en la industria del tabaco, los grandes se comen a los pequeños.
En Canadá ya era legal el uso de la marihuana con fines médicos. Con la legislación ahora propuesta por el gobierno –ya aprobada en la Cámara baja y en trámite en el Senado–, se autoriza también para uso recreativo. La legislación divide las responsabilidades entre el gobierno federal y los de las provincias. Ottawa regulará la producción, mientras que las provincias decidirán como se distribuye y se vende la droga. El gobierno federal ha estipulado que no podrá venderse a los menores de 18 años, pero las provincias pueden establecer una edad superior.
Opas y fusiones
Por el momento, la próxima legalización ha provocado movimientos de opas y fusiones entre las empresas que hasta ahora se dedicaban a la producción de marihuana bajo el paraguas de los efectos terapéuticos del cannabis. La empresa Aurora Cannabis ha presentado una opa sobre su competidor CanniMed Therapeutics, según informa Cinco Días. Se trata de una opa “amistosa”, a través de un intercambio de acciones entre ambas compañías, que valora a CanniMed en 455 millones de dólares, un 57% por encima de su cotización actual.
El gobierno federal regulará la producción, y los provinciales legislarán sobre la distribución y venta.
Actualmente, hay 52 empresas con licencia legal para producir marihuana en Canadá. Y la próxima expansión del mercado para uso recreativo está provocando un alza en sus cotizaciones. Las acciones de Aurora han duplicado su precio en el último mes, y el valor de mercado de la compañía alcanza los 1.957 millones de dólares, a pesar de que sus ingresos en el primer semestre de este año fueron solo de 14 millones.
De concretarse la fusión con CanniMed, se convertiría en el vendedor de marihuana legal más grande del mundo, con 40.000 clientes, y una capitalización de mercado de 2.348 millones de dólares. Preparándose para la ampliación del mercado, Aurora ha construido en Edmonton la mayor instalación del mundo para el cultivo de marihuana a cubierto, con una capacidad de producción de 100.000 kilos de producción anual.
Cam Battley, vicepresidente de Aurora, piensa que “por ahora, la capacidad de producción existente y la que se prevé no bastarán para cubrir las necesidades de un mercado de consumidores adulto”. Así que “hay una carrera para ampliar la capacidad todo lo que sea posible”.
El panorama que se avecina se aleja del escenario artesanal que suelen dibujar los activistas de la legalización, en el que el cannabis se produce en pequeños cultivos, en clubs de aficionados, o se compra y se vende en tiendas minoristas, perfectamente supervisadas por el gobierno, con un marketing regulado para que no se dispare el consumo, y en el que el mercado negro ve reducidos sus ingresos y su papel en la distribución. Más bien se va a parecer al de la industria del tabaco, en el que unas pocas compañías, con grandes beneficios, dominan el mercado. Con la legalización a la vista, la figura del tradicional “camello” ha sido sustituida por la del ejecutivo innovador, que promueve opas y busca inversores.
La producción de la marihuana para uso recreativo no será obra de negocios artesanales, sino de una nueva industria emergente
Por el momento, cada provincia va revelando sus planes para el escenario postlegalización. En la provincia de Alberta no se pondrán límites al número de comercios privados que pueden venderla. Quebec ha optado por un sistema mucho más restrictivo, que por el momento atribuye a las autoridades el control de la industria y margina al sector privado; temen que la legalización favorezca que los jóvenes adquieran el hábito y que se creen más problemas sociales.
Impuestos y mercado negro
El tratamiento fiscal de la venta de marihuana también puede aprender de la experiencia del tabaco. Los partidarios de la legalización dicen que los impuestos sobre las ventas serán también una fuente de financiación para las arcas públicas; pero, como en el caso del tabaco, un exceso de impuestos mueve a los consumidores hacia el mercado negro que aplica precios más bajos. El gobierno canadiense ha asegurado que el impuesto por gramo producido para uso no médico no superaría los 79 centavos de dólar, con la idea de que el precio de la marihuana legal sea lo suficientemente competitivo como para reducir las ventas en el mercado negro. Pero, a su vez, un precio bajo contribuiría a potenciar la demanda, también entre los jóvenes.
En California, que ha legalizado la marihuana, un reciente estudio de la firma Fitch Rating dice que la suma de impuestos locales y estatales sobre la marihuana puede suponer hasta un 45% en algunos sitios. Y Fitch piensa que esto puede llevar a los consumidores a volver al mercado ilegal, cuando precisamente uno de los argumentos para la legalización ha sido arrebatar el negocio al mercado negro.
Una industria emergente
En Canadá existe ya una infraestructura de producción y distribución de cannabis, la más desarrollada en el mundo, amparada en el uso médico. Sin embargo, hay pocas pruebas concluyentes de que la marihuana tenga los beneficios terapéuticos que se le atribuyen para muchas dolencias. Una revisión de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE.UU., publicada el pasado enero, que analizó los abundantes estudios publicados, llegó a la conclusión de que solo había suficientes indicios del efecto terapéutico del cannabis para reducir las náuseas y vómitos asociados con la quimioterapia, para tratar el dolor crónico, y en particular reducir los espasmos por esclerosis múltiple. En cambio, también había pruebas de sus riesgos para la salud mental, así como una mayor probabilidad de adicción cuanto más joven se empieza a consumir y cuanto más se utiliza.
Pero si a pesar de la escasa evidencia científica se ha legalizado la marihuana para el uso médico, la apertura de un mercado con fines recreativos supone una nueva época. Para Battley, vicepresidente de Aurora: “Estamos llegando a la mayoría de edad, no solo de Aurora, sino del sector del cannabis y lo que vemos es que Canadá se ha convertido en el líder mundial de una industria emergente que literalmente estamos viendo surgir en tiempo real”.
Canadá es el líder mundial en la producción de marihuana legal, que empezó con fines médicos y ahora se dispara hacia el consumo recreativo
Esa industria emergente interesará sin duda a las grandes tabacaleras, que pueden pasar de un producto como el tabaco, asociado con la enfermedad, a otro como la marihuana revestido de efectos “terapéuticos” y con una imagen moderna. De hecho, las tabacaleras cuentan con la ventaja de tener ya la maquinaria para fabricar cigarrillos, el sistema de distribución, probadas herramientas de marketing… y han sabido enganchar a los fumadores desde jóvenes.
En el caso del cannabis, es más fácil su introducción, ya que puede incluirse como componente en dulces, galletas, bebidas energéticas, café en cápsulas…, con envases de colores vistosos y sin advertencias amenazantes como las del tabaco. Toda una promesa para una industria emergente, que no va a limitarse a ser artesanal.
Holanda: delito sin sanciónEn cualquier caso, la apertura de un mercado legal hace siempre difícil mantener el consumo y la producción dentro de ciertos límites. Así se ha visto en Holanda, donde la ley permite la venta de marihuana en las coffee shops, mientras que la producción es ilegal. Según la ley, las coffee shops con licencia pueden vender marihuana, si bien solo pueden mantener un stock de 500 gramos. Pero aunque los límites no se respetaban, estos establecimientos se beneficiaban de la tolerancia de las autoridades. Hasta 2009, el mayor vendedor de cannabis en Holanda era el Checkpoint Café, en Amsterdam, con 3.000 consumidores diarios y una cifra de negocios de 26 millones de euros al año. La mitad de las ventas se hacían a visitantes franceses y belgas. Pero el turismo de la droga llegó a inquietar a las autoridades, y un registro en el Checkpoint descubrió que guardaba mucha más marihuana que la permitida por ley. En un almacén que tenía en Terneuzen, cerca de la frontera belga, guardaba habitualmente un stock de 200 kg, lo cual llevaba a la razonable presunción de que sus proveedores eran narcotraficantes. El dueño de Checkpoint, Meddie Willemsen, fue condenado en 2010 a 16 semanas de prisión y a una multa de 10 millones. El caso ha seguido en los tribunales, y ahora una corte de apelación ha sentenciado que efectivamente Willemsen había incurrido en una actividad delictiva, pero que no debería imponérsele ninguna sanción. El tribunal ha estimado que, como las autoridades habían tolerado durante mucho tiempo esta actividad ilegal, sería inapropiado castigar ahora al propietario. El presidente del tribunal dijo que el caso revelaba el absurdo de la ley en Holanda, que por una parte permite la venta de marihuana bajo estrictos criterios, y por otra declara ilegal la producción y el abastecimiento. El legislador debería intervenir. |