“¿Compañía y afecto? ¡Mejor la eutanasia!”

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De prosperar como ley una reciente recomendación de los ministerios de Justicia y Sanidad de Holanda, los ancianos que hayan “completado” su existencia podrán pedir que se les aplique la eutanasia. Así lo han expresado en una misiva dirigida al Parlamento: aquellas personas “que tengan una bien meditada opinión acerca de que su vida está completa deben, bajo un criterio estricto, ser autorizados a poner fin a su vida de un modo digno para ellos”.

Según la ley holandesa, vigente desde 2002, la eutanasia puede aplicarse a condición de que el solicitante sufra algún tipo de padecimiento físico o psicológico imposible de soportar y sin posibilidades de mejorar, que su petición sea fruto de su voluntad, y que tenga al menos 12 años, la edad “mágica” que los entusiastas de la “muerte digna” entienden como suficiente para que la persona tenga una percepción adecuada de las consecuencias de sus actos.

La medida puede originar situaciones peligrosas para las personas de más edad, a las que en no pocos casos se les hace creer que son un “estorbo”

Con la ampliación propuesta, ya no sería necesario que se verifique la existencia de dolor ni declive físico irreparable. “El gabinete opina que la petición de ayudar [a morir], formulada por personas que sufren insoportablemente y no tienen esperanza, sin que haya una razón médica de fondo, puede ser una solicitud legítima”.

Una idea rechazada por los expertos

La propuesta gubernamental choca frontalmente con las conclusiones de una comisión creada por el mismo ejecutivo en 2014 para estudiar el asunto y determinar si era jurídicamente aceptable esta “eutanasia de sanos”. Los expertos –médicos, juristas, filósofos y sociólogos– publicaron su parecer en febrero de este año. Señalaron que no podía admitirse esa noción de “vida completa”, y que una ampliación en ese sentido de la ley de 2002 podría facilitar la influencia –negativa, por supuesto– de ciertos familiares en los ancianos más vulnerables.

El gobierno del partido liberal VVD, sin embargo, ha optado por dejar de lado estas consideraciones y ha preferido proponer la medida, aunque previsiblemente no saldrá adelante en esta legislatura. La examinará el Parlamento que surja tras las elecciones de marzo de 2017, cuando el VVD podría apoyarse en otras formaciones para sacarla adelante, pues la principal fuerza de oposición, el Partido de la Libertad (populista de derecha) ha manifestado su rechazo a la iniciativa.

“Suicidar al suicida”

Primeramente, es de notar que la idea ministerial tiene un punto difuso: no dice a qué edad el anciano puede solicitar la eutanasia. Algunos medios especulan con que los 75 años sería la edad permitida, pero aún no hay un número sobre el papel.

Lo que sí puede dar mucho de sí es el concepto de “vida completa”. ¿Qué puede ser considerado como tal por el stervensbegeleider, el consejero encargado de atender personalmente al solicitante, para decidir si se aplica o no el procedimiento letal? ¿Quién está cualificado o posee la potestad para certificar que una persona ha dado todo de sí y que ya es su momento de morir? ¿Un funcionario del Ministerio de Sanidad?

Por otra parte, los signos exteriores pueden confundir: un septuagenario que vive solo, apartado de los suyos, y que sobrelleva los achaques de su edad sin que nadie se tome la molestia de interesarse por él, de visitarlo o llamarlo, puede afirmar que está, en efecto, “cansado de la vida”. Pero lo que realmente le harta es la soledad, mantenerse demasiado tiempo en una especie de cápsula aséptica donde se le garantiza el sustento y la atención sanitaria, con tal de que no reclame afecto, trato cercano o una porción del tiempo de los demás. Es compañía, no una jeringa cargada con pentobarbital sódico, lo que puede estar pidiendo a gritos.

En 2015, 396 personas mayores de 60 años se quitaron la vida, 72 más que en 2014

Ocurre, sin embargo, que como la sociedad está cada vez menos dispuesta a ofrecer lo primero, afina los mecanismos legales para poder dar de lo segundo. Y para que no la pierdan las formas, lo envuelve en el sedoso pañuelo de la “compasión”, que esa es, justamente, la fórmula elegida por el gobierno holandés. “La compasión no es solo tarea de los médicos; el Estado también debe ser compasivo”, afirman los dos ministros en su carta a los diputados, a quienes aseguran que la medida contribuiría a evitar un buen número de “suicidios trágicos” en ese sector poblacional.

En 2015, año de récord histórico para este tipo de decesos (1.871), 396 personas mayores de 60 años se quitaron la vida, 72 más que en 2014. Tal vez, para los ministros, el Estado podría contribuir a adecentar un poco estas cifras, por lo que la solución sería “suicidar al suicida”. Si no sale en la crónica roja, si no hay venas abiertas ni un cuerpo balanceándose de una cuerda, ya puede pasar por “muerte digna”.

Desde aquí, al próximo peldaño

Con estas innovaciones en el campo de la compasión, los imaginativos políticos holandeses arrinconan un poco más la noción de un marco social en que la norma es cuidar de los enfermos y los ancianos. Es el triunfo de una falsa “libertad individual” que puede originar situaciones peligrosas para las personas más vulnerables, en este caso las de más edad, a las que en no pocos casos se hace creer que son un “estorbo” y que ya no tienen nada que aportar.

La propuesta gubernamental choca frontalmente con las conclusiones de una comisión de expertos, creada por el mismo ejecutivo en 2014

Por otra parte, el gobierno pretende dilatar aún más la frontera de lo éticamente permisible. Si primero se aplicó la eutanasia a adultos enfermos incurables, luego a niños en igual condición, y ahora se concibe para ancianos sanos, habrá que admitir que la cosa no quedará ahí. Como en el mito griego de Eresictón, que terminó devorándose a sí mismo, presa de un hambre insaciable, podría llegar el momento en que no quede ciudadano vivo que termine de pulsar el émbolo de la última jeringuilla: la suya.

De salir adelante en el Parlamento el proyecto de “ayudar a morir” a los mayores, no habrá, desde la lógica, impedimento alguno para que alguien que no alcance aún los 75 años, y esté “harto de vivir”, no deba ser complacido en su deseo. Miles, decenas o cientos de miles podrían verse en una circunstancia así, pues un episodio de depresión transitoria puede afectar a cualquiera en cualquier momento de su existencia. Cuando se oscurezcan en apariencia todas las posibilidades de salida y el afectado solo desee “morir”, nada le consolará más que saber que una ley lo respalda en su intención.

En la escalera de los eutanásicos, ese será el próximo peldaño.

Diputado holandés: “Hay que hacerles saber a nuestros mayores que les queremos”

Una de las voces que ha deplorado la decisión del gobierno holandés ha sido la del diputado cristiano Kees van der Staaij, del Partido Político Reformado. Según explica a Aceprensa, el gobierno ha “confundido” al público, al pedir la opinión de la comisión de expertos y después hacer justo lo contrario de lo que estos le han aconsejado:

El VVD ha pedido el parecer de la comisión –refiere Van der Staaij–, pero inmediatamente después de la publicación de sus conclusiones, dice que las personas que, sin ser presionadas, lleguen a la conclusión de que su vida se ha completado, deben poder ponerle punto final a esta. Pienso que no recibieron la respuesta que esperaban de la comisión. Otra explicación radica en la mucha influencia que tiene en los Países Bajos el lobby de la Asociación Holandesa por el Fin Voluntario de la Vida (NVVE).

Todo lo que se legaliza tiende a volverse normal. Es por eso que temo la legalización, porque puede ejercer una presión, sutil o no, sobre las personas vulnerables que no quieren ser un problema. Temo que un día nuestra sociedad considere normal o incluso ‘natural’ que las personas salgan de la vida una vez que enfermen y envejezcan. Me preocupa que en el futuro nuestros ancianos, o nuestros enfermos, tengan que defenderse ellos mismos por querer vivir.

Nuestro «no» a la píldora suicida debe ir acompañado por un esperanzador «sí» a vivir juntos con compasión. Yo abogo por cuidados paliativos de alta calidad. Necesitamos dar mejores respuestas a las preguntas de la gente sobre el sentido de la vida y el valor de sus propias vidas. Necesitamos rodear a nuestros mayores con el cuidado que precisan y merecen, para hacerles saber que los queremos y que ellos sencillamente pertenecen aquí.  

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