Karl Giberson, físico norteamericano, explica en una entrevista publicada en ABC (31-05-09) que la acción creadora de Dios y la evolución no son incompatibles.
Karl Giberson es famoso en EE.UU. por su participación en debates y discusiones públicas sobre ciencia y religión. Catedrático de Física en el Eastern Nazarene College de Massachussets y Director del Foro Fe y Ciencia del Gordon College de Boston, centra su tarea investigadora y divulgativa en la articulación de ciencia y religión.
En la segunda semana de mayo participó en un workshop convocado por el Thomas More Institute (Londres) en homenaje al profesor Mariano Artigas (1938-2006), filósofo, físico y sacerdote, y fundador del Grupo de Investigación sobre Ciencia, Razón y Fe de la Universidad de Navarra. Precisamente estos dos grandes especialistas publicaron el libro Oracle of Science. Celebrity Scientists versus God and Religion (Oxford University Press, 2006). Sobre el contenido de este libro, y en el contexto del homenaje al Prof. Artigas, versó la reciente conferencia de Giberson.
En la entrevista de ABC, habla de esos oráculos de la ciencia, alusión a un célebre grupo de científicos (como Dawkins, Stephen Hawking o Sagan) que predican su ateísmo porque, según dicen, no existen experimentos que verifiquen la existencia de Dios. Giberson replica con la analogía de Popper: “Un pescador que pesca siempre con una red con agujeros de tres pulgadas nunca pesca un pez menor que los agujeros por los que éstos se cuelan. Al cabo de una serie de años concluye que no hay peces en el océano que midan una pulgada porque él nunca los ha pescado. Pero el problema es su red, no el océano”.
Pero Giberson apenas entra a la reciente polémica de los nuevos ateos; en realidad su tarjeta de presentación no es la del teólogo conservador anclado en un creacionismo fideísta, sino todo lo contrario: trabaja en la Fundación Biologos junto a Francis Collins, ex Director del Proyecto Genoma Humano y autor de ¿Cómo habla Dios?; esta Fundación desarrolla una intensa actividad investigadora y divulgativa con el propósito de explicar la teoría de la evolución a los protestantes que se atienen a una lectura literal de la Biblia para negar la evolución.
Cristiano no católico, Giberson explica que “el error de cierto protestantismo está en mantener un concepto estrecho de la Revelación: Dios se manifiesta a través de muchas cosas, no solo a través de la Biblia”. Precisamente a esos ambientes protestantes dirige el profesor de Boston su último libro, Saving Darwin: How to Be a Christian and Believe in Evolution (HarperOne, 2008).
Contra lo que dice el tópico, “Darwin nunca se vio a sí mismo como ateo, ni antirreligioso”. Tampoco es cierto que el agnosticismo de su edad adulta (de joven tuvo una esmerada educación anglicana y se planteó ser sacerdote) fuera el punto de llegada de su teoría de la evolución: perdió la fe tras la muerte prematura de Annie, su hija pequeña. En cualquier caso, no fue una versión decimonónica de los (pos)modernos oráculos de la ciencia, como podría pensarse.
Tampoco convencen a Giberson ciertas versiones de la teoría del diseño inteligente que proponen una intervención de Dios para explicar algunos puntos oscuros de la evolución. Los propios procesos de la naturaleza constituyen la herramienta de Dios para crear el mundo. “Dios no ha entrado en el orden natural y ha hecho un milagro aquí y otro allí, sino más bien ha ido desplegando de un modo inteligente y ordenado sus propósitos expresados a través de las reglas y modelos de la naturaleza. El evolucionismo es el modo como Dios ha creado”.
El equilibrado planteamiento intelectual de Giberson se distancia igualmente del evolucionismo radical, tan ingenuo en su optimismo como muchos fideísmos. No es desconfianza, sino el resultado de una extensa carrera académica, en la que se ha topado muchas veces con las ventajas y limitaciones del método científico: “Evolución es una idea muy elaborada y complicada. No es como la relatividad de Einstein y la mecánica de Newton. Las ideas en física suelen ser muy simples y pueden describirse en ecuaciones matemáticas. La evolución es una historia de 5.000 millones de años de complicados sucesos que tienen lugar en todo el planeta. Sólo tenemos una pequeñísima pista de lo que ocurrió”.
Para saber más:
– ABC: Entrevista íntegra a Giberson.