Los próximos cambios de dos jueces en el Tribunal Supremo, la reciente decisión de la Food and Drug Administration (FDA) de no autorizar la venta sin receta médica de la «píldora del día siguiente», y un inicio de cambio dentro del Partido Demócrata ha avivado el debate sobre el aborto en Estados Unidos.
El movimiento pro vida ha planteado una estrategia a dos niveles. Se ha constituido una fundación cuyo objetivo es plantear la batalla legal en los tribunales hasta conseguir la revocación de la sentencia de 1973 «Roe v. Wade», en la que el Tribunal Supremo definió el aborto como derecho constitucional. Conscientes de la dificultad que tiene cambiar una decisión de este tipo, los pro vida han emprendido también una acción a corto plazo encaminada a introducir restricciones al aborto en las leyes de los Estados.
Este año algunos Estados han comenzado a exigir el consentimiento paterno cuando la embarazada es menor de edad, de modo que actualmente 35 Estados exigen ya cierta intervención (notificación o permiso) de los padres, de jueces o de otros adultos. Otros exigen informar a la mujer que quiere abortar acerca del sufrimiento que causará al feto. Virginia Occidental, Florida y Maryland han aprobado leyes que, en caso de homicidio de una mujer embarazada, reconocen al embrión como sujeto pasivo independiente. Missouri y otros Estados han acordado ayudas para las mujeres que necesiten apoyo económico para seguir con el embarazo. En Misisipi una nueva ley impone que los abortos después del primer trimestre sean realizados en hospitales o en clínicas equipadas con servicio quirúrgico.
Como efecto colateral no buscado, algunas de las reformas legislativas han dado lugar a un nuevo problema: la objeción de conciencia de los jueces. El debate se ha producido en aquellos Estados donde se permite a la menor acudir al juez para que éste dé su consentimiento en lugar de los padres. Según «The New York Times» (5-09-2005), en Tennessee sólo 4 de los 9 jueces que integran la Corte del distrito de Shelby atienden este tipo de solicitudes; el resto prefiere abstenerse o denegar el permiso.
Giro en el Partido Demócrata
Para ciertos analistas políticos del ala izquierda, la nueva campaña contra el aborto viene motivada por la reelección de Bush como presidente en noviembre del año pasado. Los republicanos, dicen, están crecidos y quieren aprovechar este momento para sacar adelante sus leyes pro vida. Sin embargo, la sociedad estadounidense parece estar cambiando, también entre las filas del Partido Demócrata (actualmente más cercano a la postura abortista).
Así, los gobernadores del Partido Demócrata en Kansas y Pensilvania han asignado un presupuesto de millones de dólares a las organizaciones que ofrezcan alternativas al aborto. En Oklahoma, el gobernador demócrata Brad Henry firmó una de las leyes más restrictivas al derecho a abortar; entre otras medidas, la ley exige la notificación a los padres en casos de menores e informar a las mujeres sobre los grupos que ofrecen apoyo moral durante el embarazo. Y en California, bastión del progresismo liberal, se debatirá en noviembre una propuesta de ley para exigir que se notifique a uno de los padres, cuando la embarazada sea menor de 18 años, y que los médicos informen de tales abortos.
Junto a estas medidas legislativas, empiezan a oírse algunas voces dentro del partido demócrata que quieren dar un giro al discurso sobre el aborto. Según «Newsweek» (8-08-2005), el «think tank» demócrata Third Way -que ya cosechó un éxito en la polémica sobre las armas, acercando a su partido a una posición de centro- ha estado trabajando últimamente en un plan para que el partido conecte mejor con los votantes en el tema del aborto. Durante la elaboración del plan, el «think tank» pidió asesoramiento a activistas pro vida, a líderes religiosos y a miembros destacados de grupos abortistas.
Otros demócratas son partidarios de mantener con firmeza su postura a favor del aborto, aunque con algunos retoques terminológicos. En una conferencia pronunciada ante algunos activistas del Partido Demócrata, el lingüista George Lakoff dio algunas sugerencias. Propugnó abandonar el término «pro choice», pues éste «proviene de un vocabulario ‘consumista’, mientras que el término «life» proviene de uno moral». Además, animó a potenciar la idea de reducir los embarazos no deseados y sugirió que se invoque la expresión «libertad personal» para evocar la impopular intromisión del gobierno en estos asuntos.
Juan Meseguer Velasco