Tras la aprobación en Washington y Colorado del uso recreativo de la marihuana, y a medida que crece el número de estados que aprueban su prescripción para fines terapéuticos (19 lo permiten), el psiquiatra infantil Mitchell Rosenthal alerta en The Wall Street Journal sobre los efectos perjudiciales del cannabis en los adolescentes.
Ahora que varios estados empiezan a confundir el límite entre lo legal y lo saludable, Rosenthal recuerda que “independientemente de cuál sea su estatus legal, la marihuana no es inofensiva”. Ya ocurrió algo parecido con el alcohol y las armas, dice. Levantar la prohibición no ha servido para hacerlos más seguros.
Para Rosenthal, fundador de la organización de tratamiento y prevención Phoenix House, la legalización del cannabis perjudica sobre todo a los adolescentes. “Si fumar marihuana ya es un riesgo, en los jóvenes se multiplica el peligro de adicción”. El consumo de cannabis “expone al consumidor al riesgo de la psicosis, a cambios en la anatomía del cerebro, a daños en el corazón y los pulmones. Retrasa la edad de madurar y afecta al aprendizaje, la memoria y la capacidad de discernir”.
Rosenthal no habla de teorías. “Entre los cientos de adolescentes que hemos tratado en los programas de Phoenix House durante las cuatro últimas décadas, la inmensa mayoría no habían consumido otra droga más fuerte que la marihuana. Las vidas de muchos de ellos se han visto alteradas a veces de forma permanente y a menudo trágica, con suicidios, accidentes de tráfico, ahogamientos… También se da el abandono escolar, la depresión crónica o el desempleo”.
En la batalla de la prevención, los padres tienen un papel clave. Es significativo un dato que señala Rosenthal a partir de una encuesta realizada a 600 jóvenes bajo tratamiento: tan solo el 1% comenzó a consumir drogas inducido por un traficante; en cambio, la primera fuente de abastecimiento de sustancias ilegales eran parientes o gente cercana a la familia.