Efecto dominó en los impuestos sobre el alcohol en los países nórdicos

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Ir a comprar el alcohol más barato en el país vecino ha sido un motivo tradicional de los viajes entre los países nórdicos europeos. Esta razón se ha acentuado tras la reciente entrada en la UE de Estonia, donde las bebidas son mucho más baratas. Tal competencia está provocando un efecto dominó en la bajada de impuestos sobre el alcohol, con el riesgo de que salga perdiendo la salud de los ciudadanos.

Las reglas de la UE permiten que el viajero compre y transporte todo el alcohol que desee, siempre que sea para uso personal. Se supone que en este y otros campos una mayor competencia hará que los precios bajen. Y con el alcohol lo están consiguiendo, gracias a la disminución de impuestos.

Estonia sigue una política de bajos impuestos para atraer inversión extranjera y compras de turistas. De este modo, en Estonia la cerveza y el vodka cuestan menos de la mitad que en Finlandia, desnivel que se corresponde con una diferencia similar de salarios. Así que a miles de fineses les compensa tomar el ferry de Helsinki a Tallin para comprar allí las bebidas. Y no se conforman con comprar una caja de cervezas. Traen todo lo que son capaces de arrastrar, en embalajes especiales con ruedas.

En previsión de la entrada de Estonia en la UE, Finlandia había rebajado ya el pasado marzo un tercio los impuestos sobre el alcohol. Así y todo, la diferencia de precio de una misma marca de cerveza en Estonia y Finlandia es de 0,55 euros frente a 1,48 euros. Esto provoca un curioso proceso, inexplicable por las reglas de la racionalidad económica. Según «International Herald Tribune» (20-VIII-2004), buena parte de la cerveza vendida en Estonia se produce en Finlandia, se envía por barco a Estonia y vuelve a su país de origen por las compras de los turistas fineses en Tallin.

Si los fineses van a comprar a Tallin, los suecos, que sufren impuestos aún mayores, van a Finlandia, y ahora el gobierno sueco ha propuesto reducir un 40% sus propios impuestos sobre las bebidas alcohólicas. Nadie sabe dónde se detendrá el efecto dominó.

Pero la bajada de precios y el consiguiente aumento del consumo de alcohol no augura nada bueno para la salud. Las autoridades de Finlandia dicen que las borracheras de jóvenes de 17 años han crecido un 10% respecto al año anterior, así como han aumentado también los casos de conducción bajo efectos del alcohol.

Nuevo enfoque en Suecia

También hay preocupación en Suecia, cuya política tradicional para mantener el consumo de alcohol bajo control ha consistido en el monopolio estatal de la venta y los altos impuestos. Para buscar nuevos caminos, el Estado encargó un informe al parlamentario Kent Härstedts, socialista, quien ha hablado con consumidores, importadores de bebidas alcohólicas, personal sanitario y otros expertos. Su informe, del que informa el diario «Svenska Dagbladet» (30-VIII-2004), afirma que una nueva política debe basarse no en los impuestos, sino en ayudar a través de su entorno al bebedor que abusa del alcohol. El número de personas con un consumo abusivo de bebidas alcohólicas se ha duplicado en los últimos seis años: de 285.000 en 1997 a 535.000 en 2003.

Härstedts es partidario de bajar los impuestos sobre las bebidas alcohólicas para armonizarlos con los de los países limítrofes y contrarrestar así el mercado transfronterizo. Y ya que la política de precios ha dejado de surtir efecto, Härstedts propone disuadir al bebedor con la ayuda de la gente de su entorno -parientes, amigos, colegas de trabajo…-. Para que esta política tenga éxito es esencial trasladar el foco de la atención del «¡cuánto bebe!» a «¿por qué bebe?». El conocimiento de los motivos que llevan al abuso del alcohol hará que la gente que se encuentra a su alrededor pueda entender su problema y ayudarle. Sería un modo de combinar la objetividad de las reglas del Estado con las necesidades de cada individuo. También las empresas de importación y venta de alcohol están dispuestas a colaborar.

Härstedts quiere dejar claro que el consumo de alcohol no lleva de por sí a un abuso incontrolado. Cuando así ocurre es señal de que existen otros problemas en la vida del que bebe, y es ahí donde hay que actuar.

En un país que, bajo un modelo socialista, ha confiado tanto en la tutela del Estado, el enfoque es novedoso. Hasta el momento la barrera contra el abuso del alcohol era el precio; ahora se ve necesario ir al fondo del problema para cambiar la conducta. Antes el Estado ponía sus reglas con el monopolio de la venta de alcohol; ahora el papel del Estado será potenciar las iniciativas que surjan de la sociedad para atender este problema.

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