Para hacer bien las cuentas del cambio climático, advierte Lomborg, hay que rellenar las dos columnas: la del debe y la del haber. El calentamiento de la Tierra no es un mal puro: tendrá algunos efectos beneficiosos, que compensarán en parte los perjuicios.
Al Gore destaca que el cambio climático aumentará las víctimas de olas de calor, como la sufrida por Europa en el verano de 2003, que causó unas 35.000 muertes, sobe todo en Francia. Lomborg reconoce que, en efecto, si el clima se caldea como prevé el IPCC, hacia 2050 habrá en el mundo unos 365.000 muertes adicionales por año a consecuencia del calor.
Pero eso no es el cuadro completo. Cuando aumenta la temperatura media, las mínimas suben más que las máximas. Así, aunque habrá más olas de calor, las olas de frío, que matan más, disminuirán en mayor medida. El cambo climático evitará en torno a 1,7 millones de muertes por frío al año, de modo que en este aspecto el balance es positivo.
Un caso similar es el de la disminución de los glaciares, que hará subir unos 8 cm el nivel de los mares en este siglo. La otra cara del fenómeno es que el lento deshielo aporta agua a las cuencas, y en mayor cantidad cuando más se necesita, en la estación calurosa. Según las fuentes manejadas por Lomborg, por esa razón el cambio climático aumentará el agua disponible durante unos 50 años. El problema vendrá después, si los glaciares desaparecen del todo o casi, pues entonces se perderá su efecto regulador. Habría entonces que aprovechar el medio siglo de abundancia para prepararse a gestionar caudales más variables.
Otro ejemplo de perspectiva parcial es lo que muestra Al Gore del deshielo en la Antártida. Se limita a una pequeña parte del continente, la Península Antártica, que se extiende hacia el extremo de Sudamérica. Gore no dice que esa es la única zona de la Antártida donde ha subido la temperatura; en el resto ha habido un enfriamiento.
En todo caso, el calentamiento previsto en este siglo no pondrá en peligro la espesa capa de hielo (2 kilómetros por término medio) que ha ido formándose en la Antártida desde hace unos 35 millones de años. Esto tendrá otra ventaja: como el cambio climático, según los modelos aceptados, traerá mayores precipitaciones al aumentar la evaporación en los océanos, el continente helado acumulará más agua, en forma de nieve, que no volverá al mar. En consecuencia, la Antártida reducirá en 5,5 cm el nivel de los mares, según el IPCC. Esto contrarrestará de sobra la subida a causa del deshielo en Groenlandia, estimado en 3,5 cm.