En el informe anual sobre los derechos humanos y la democracia en el mundo, el Parlamento Europeo asumió una enmienda de gran importancia presentada por el eurodiputado popular eslovaco Miroslav Mikolášik. Establece en su n. 115 que la Eurocámara “condena la práctica de la gestación por sustitución, que es contraria a la dignidad humana de la mujer, ya que su cuerpo y sus funciones reproductivas se utilizan como una materia prima; estima que debe prohibirse esta práctica, que implica la explotación de las funciones reproductivas y la utilización del cuerpo con fines financieros o de otro tipo, en particular en el caso de las mujeres vulnerables en los países en desarrollo, y pide que se examine con carácter de urgencia en el marco de los instrumentos de derechos humanos”.
La resolución, aprobada el pasado 17 de diciembre, tendrá especial importancia actualmente en Italia, donde está en sede parlamentaria el proyecto Cirinnà, que, a juicio del eurodiputado Filippo Savarese, portavoz nacional de Generazione Famiglia, viola los derechos de la familia y los derechos humanos.
A su juicio, la Eurocámara ha realizado una importante toma de conciencia: “La UE utiliza el concepto de los derechos humanos en el mejor de sus significados: la protección de los más débiles, en concreto, los niños que no pueden ser considerados como moneda de cambio. El otro principio igualmente importante que se afirma es que el cuerpo de la mujer no puede ser mercantilizado”.
La mayoría a favor ha sido abrumadora y transversal: une a creyentes y no creyentes, a la derecha y a la izquierda –incluso en las posiciones más extremas–, mujeres y hombres, miembros del feminismo histórico y movimientos homosexuales. No se trata de una batalla accidental, sino de un esfuerzo saludable, para que el Viejo Continente no dé la espalda a siglos de lucha en favor de la dignidad humana.