La guía Cannabis II es la segunda edición (la primera fue en 2006) de un documento que recopila nuevas pruebas científicas, toxicológicas y clínicas, acerca de los efectos negativos del consumo de esta droga.
Carmela Moya, delegada del Plan Nacional sobre Drogas, responsable de la redacción del informe, remarcó en la presentación del texto que “el consumo de cannabis produce alteraciones del sistema nervioso central, déficit en la memoria, la atención, la capacidad psicomotora y está directamente relacionado con el fracaso escolar. También puede producir otros trastornos mentales, como la psicosis”.
La parte más elocuente del informe se concentra en los dos capítulos centrales, “Manifestaciones clínicas asociadas al consumo de cannabis” (cap. IV) y “Cannabis y trastornos mentales” (cap. V). De su lectura se deduce una visión nada complaciente con el porro, frente a la que podría transmitir cierta aceptación ingenua, extendida entre la población más joven.
Como se dijo en la presentación de la guía, “el cannabis es una droga y como tal se comporta”. De ahí que el Ministerio de Sanidad, en sintonía con las recomendaciones de la ONU (Aceprensa, 24-09-2008), asuma la lucha contra la que es la droga psicoactiva ilegal más consumida de todo el mundo.
Perjudica la memoria y la concentración
De entre los daños provocados por el consumo de esta droga, la guía destaca aquellos que afectan al sistema nervioso central: numerosos estudios muestran que el consumo habitual de esta droga, en particular si comienza antes de los 16 años, provoca daños graves en el tejido cerebral y en su funcionamiento, así como trastornos de ansiedad, depresivos y psicóticos. En efecto, son significativos los efectos perjudiciales del cannabis en la función motora, en la conducta alimentaria, en la capacidad de acción y reacción y en la conducción de vehículos, entre otras funciones asociadas a la actividad neurológica.
Por otra parte, las últimas investigaciones revelan que los hijos de mujeres que consumieron cannabis durante la lactancia presentan limitaciones significativas en capacidades como la memoria o la organización de tareas, además de riesgo de bajo peso al nacer. Revelan igualmente lo equivocado de una ingenua estrategia de recurso terapéutico al cannabis durante periodos de desintoxicación de otras drogas más fuertes: la droga llama a la droga. Su consumo va asociado a un fenómeno de “puerta de entrada” a otras drogas más agresivas y adictivas, aunque ello no significa que todos los que las consumen acaben utilizando otras drogas.
Consumo asociado al fracaso escolar
Pese a todo, uno de cada cinco jóvenes de entre 14 y 18 años ha consumido la droga en el último mes, según datos que recoge la guía. En concreto, la edad media de inicio en el consumo en los estudiantes de secundaria se sitúa en 14,6 años. El informe detecta que son ya 40.000 los jóvenes consumidores habituales de esta droga que presentan un “consumo problemático”, es decir, con trastornos de dependencia.
Tampoco deja de ser problemático el consumo ocasional, si se tienen en cuenta otros datos de la guía; por ejemplo, la evidencia del daño provocado por el fenómeno del policonsumo (la combinación del cannabis con otras drogas: anfetaminas y cocaína, pero también alcohol y tabaco), de cuya incidencia negativa también hay ya certeza experimental. En este sentido, otro dato resulta poco tranquilizador: entre un 7 y un 10 % de las personas que han probado alguna vez cannabis tienen riesgo de desarrollar un trastorno de dependencia.
Es cierto, por otra parte, que ha descendido 5 puntos el consumo medio de cannabis entre los jóvenes desde 2004, pero la proporción (20,1%) sigue siendo elevada. Con todo, esa mejora de los resultados obedece a una mayor percepción del riesgo.
Por último, el informe aporta pruebas de un aspecto polémico, pero que resulta bastante intuitivo: la relación entre consumo de cannabis y fracaso escolar. En concreto, tan sólo un 2% de los consumidores tempranos alcanza un título universitario. Si nos limitamos a la etapa escolar previa, no faltan tampoco datos elocuentes: dentro de aquellos consumidores que han fumado cannabis en el último mes, el 36,6% han repetido más de un curso, el 33,5% ha repetido un curso y el 20,2% no ha repetido.
La delegada del Plan Nacional sobre Drogas extrajo las consecuencias de este consumo en relación con el rendimiento escolar: “el incremento del consumo de cannabis en el periodo académico se asocia a la obtención de peores calificaciones académicas, menor satisfacción, actitudes negativas hacia la escuela, un pobre rendimiento escolar, un aumento del absentismo y una mayor prevalencia de abandono de los estudios”.