La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de publicar el informe Neuroscience of psychoactive substance use and dependence, donde describe la investigación científica de los últimos años sobre las causas de dependencia de sustancias psicoactivas. El estudio se centra en los mecanismos cerebrales que activan las drogas, pero también analiza los factores sociales, ambientales, biológicos y genéticos que influyen en el consumo y en la dependencia.
El informe incluye tanto las sustancias legales (alcohol y tabaco) como las ilegales (cannabis, anfetaminas, cocaína, opiáceos). Los investigadores admiten que influyen muchos factores en la dependencia de sustancias psicoactivas: los efectos de la sustancia misma; factores biológicos, genéticos y hereditarios; factores culturales y ambientales, etc. Esto se debe a que los efectos de las sustancias -placenteros o paliativos- no bastan para explicar la dependencia: ¿por qué se mantiene tras largos períodos de abstinencia?; ¿qué tienen esas sustancias para que las personas pierdan su trabajo y su familia con tal de conseguirlas?; ¿por qué proceso una persona adopta pautas compulsivas de búsqueda y consumo a expensas de la mayoría de las demás actividades?; ¿cuál es la causa de la incapacidad para dejar de tomar la sustancia? La explicación, según el informe, es una compleja interacción de todos aquellos factores.
Además de los factores culturales y sociales -más conocidos-, los últimos estudios están dando pruebas de la importancia del factor genético. Así, el consumo de sustancias psicoactivas podría tener más efectos en las personas portadoras de una mayor vulnerabilidad genética a la dependencia. El informe cita estudios -sobre genes implicados en el metabolismo y en los receptores de los neurotransmisores- que prueban una «importante heredabilidad» en la dependencia del alcohol y el tabaco.
La OMS adelanta que a medida que avancen los estudios sobre identificación de los genes que alteran la predisposición a la dependencia, habrá que estudiar cómo interaccionan con los factores ambientales que también influyen. Entonces, habrá que crear nuevos diagnósticos, tratamientos de la conducta y productos farmacéuticos.
Junto con esto, las diferencias genéticas también influyen en la toxicidad de las sustancias, la intensidad de los efectos psicoactivos, el grado de tolerancia, los síntomas de la abstinencia, las posibilidades de desarrollar enfermedades mentales, etc. La OMS destaca que la dependencia de sustancias es mayor en personas con enfermedades mentales que en las sanas.
Algunos estudios estadounidenses revelan que más del 50% de las personas con algún trastorno mental también dependían de alguna sustancia, en comparación con el 6% de la población general. Además, las posibilidades de padecer dependencia eran 4,5 veces más en las personas con trastornos. Estos hallazgos también permitirán en el futuro esclarecer la estrategia terapéutica de ambos problemas. De momento, las hipótesis son tres: la base neurobiológica de las enfermedades mentales y de la dependencia de sustancias es común; el consumo de sustancias puede aliviar algunos síntomas de las enfermedades mentales; o el consumo de sustancias puede precipitar las enfermedades mentales.
El informe concluye que las sustancias psicoactivas, con independencia de su status legal, tienen similares mecanismos de acción en el cerebro, pueden causar dependencia y son causa importante de enfermedades y discapacidades. De ahí que las medidas para reducir el consumo tengan que ser una parte importante de la política sanitaria. No empezar a consumir estas sustancias depende de cada uno. Pero cuando aparece la dependencia tras el consumo se trata de un trastorno médico complejo. Por eso aconseja adoptar un enfoque integrado en la evaluación, tratamiento e investigación cuando la dependencia a una droga va unida a un trastorno mental.
Catherine Le Galès-Camus, responsable de enfermedades mentales de la OMS, ha comentado en la presentación del informe: «Aún no sabemos hasta qué punto la dependencia es curable, dadas las alteraciones a largo plazo en el funcionamiento del cerebro que resultan del abuso de sustancias; pero sabemos que es posible superar la dependencia mediante un cierto número de intervenciones efectivas».
Por último, la OMS recuerda que el tratamiento de la dependencia no está destinado solamente a detener el consumo, sino que debe dirigirse a cambiar el comportamiento de los consumidores. Por eso aconseja integrar en los sistemas de salud las terapias que persiguen ambos objetivos.