“Las vacunas contienen ADN de monos, ratas y cerdos, así como suero de sangre de vaca”. Lo advierte Moishe Kahan, líder de opinión entre la comunidad ultraortodoxa judía de Nueva York, y parece que el mensaje cala: el temor a inyectarse una mezcla tan impura para la ley mosaica ha derivado en que, hasta el 13 de mayo, se confirmaran 498 casos de sarampión en los barrios de Brooklyn y Queens, y que la mayoría de los afectados fueran niños judíos.
En varios sitios se han establecido sanciones monetarias y otras restricciones a quienes dejen a sus hijos sin vacunar
El sarampión está de vuelta, en la misma medida en que gana espacio el mensaje antivacunas, y no es asunto exclusivo del fanatismo religioso ni de países en pobreza extrema y escasa…
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