España es uno de los países con más donaciones de óvulos. Casi uno de cada cuatro tratamientos de fecundación artificial con óvulos donados que se realizan en Europa tiene lugar en clínicas españolas (ver Aceprensa 25/06).
Como la extracción de óvulos comporta notables molestias, impresiona la generosidad de las españolas. Pues la ley de reproducción asistida (art. 5) establece de modo terminante que la donación de gametos «nunca tendrá carácter lucrativo o comercial». Solo se permite compensar por los inconvenientes, bajo rigurosas condiciones: «La compensación económica resarcitoria que se pueda fijar sólo podrá compensar estrictamente las molestias físicas y los gastos de desplazamiento y laborales que se puedan derivar de la donación y no podrá suponer incentivo económico para ésta».
Un extranjero probablemente ignore lo que estipula le ley española, pero puede aportar una perspectiva distinta, que ilumine otros aspectos de la cuestión.
Así dice The Economist (23-12-2006) en un reportaje sobre reproducción asistida en el mundo: «Los países conocidos por su permisividad acaban tratando a muchos pacientes extranjeros. ( …) A España viajan mujeres en busca de óvulos donados, pues las españolas pueden recibir dinero por sus óvulos».
En la página siguiente leemos que en Gran Bretaña no hay bastantes óvulos para satisfacer la demanda, entre otras cosas porque allí a las donantes solo se les puede compensar por los gastos de desplazamiento a la clínica. Por eso «las británicas recurren al extranjero, a países donde se puede pagar a las donantes de óvulos. Muchas viajan a España, donde gracias a una actitud comprensiva con las mujeres infértiles y un pago de 800 libras, hay donantes dispuestas. Las clínicas españolas ponen anuncios para encontrar donantes rubias y de piel clara ».
El vigente decreto de 1996 sobre los procedimientos obligatorios para la selección de donantes insiste, con profusión de adjetivos, en que los actos de donación son «voluntarios, altruistas, gratuitos y desinteresados».
Pese a tan admirables principios jurídicos, España tiene en Europa una arraigada fama de mercantilista en este terreno. No hace mucho decía un ginecólogo francés en entrevista para Le Monde (2-11-2006): «Numerosas mujeres van al extranjero, sobre todo a España y Bélgica, para beneficiarse de una donación de ovocitos, a partir de donantes remuneradas con unos 900 euros, lo que asegura una oferta notable» (ver Aceprensa 123/06). Debe de ser otra leyenda negra.