En respuesta a la consulta formulada por el gobierno francés, la Comisión Nacional de Derechos Humanos se ha pronunciado en contra de la creación de embriones humanos para la investigación, mientras que el Comité Nacional de Ética se ha declarado a favor. Los dictámenes servirán para el debate sobre la revisión de las leyes de bioética, que deben ser sometidas al Parlamento en el primer semestre de este año.
Las leyes vigentes, aprobadas en 1994, prohíben toda experimentación con embriones humanos. Pero el pasado noviembre el primer ministro, Lionel Jospin, anunció su intención de presentar al Parlamento un cambio radical de orientación (ver servicio 171/00). De una parte, se autorizaría la experimentación con los embriones congelados sobrantes, que ya no fueran a ser utilizados en la procreación asistida. De otra, se permitiría clonar embriones humanos para, en sus primeras fases de desarrollo, obtener «células madre», que podrían dar lugar a tejidos y órganos utilizables con fines terapéuticos. La clonación con fines reproductivos seguiría prohibida. Para curarse en salud, el gobierno solicitó el dictamen de los dos comités consultivos.
El primero en responder fue el Comité Nacional de Derechos Humanos, que se compone de 107 miembros. El Comité se declara conforme con diversos puntos propuestos por el gobierno, entre ellos, el mantenimiento del anonimato de los donantes de gametos, la prohibición de la clonación reproductiva y la posibilidad de experimentar con embriones supernumerarios (aunque recoge en anexo la postura contraria del cardenal Lustiger, que recuerda que «para la Iglesia católica, la dignidad del embrión humano debe ser respetada como la de una persona desde su concepción»).
En cambio, el Comité rechaza por mayoría la idea de crear embriones para obtener «células madre». Esta mayoría subraya el «riesgo de que se trivialice la utilización de embriones humanos». También observa que la clonación terapéutica exige la utilización de numerosos ovocitos (células precursoras del óvulo), lo que plantea el problema de las posibles presiones sobre las mujeres para obtenerlos. Por otra parte, hace notar que las perspectivas terapéuticas son aún bastante inciertas y que también es posible utilizar «células madre» de adultos para avanzar en estas investigaciones. Por todo ello, se une a la postura del Grupo Europeo de Bioética, que preside Noëlle Lenoir, según el cual, de acuerdo con el «principio de precaución», «no parece absolutamente necesario abrir estas perspectivas en este momento» (ver servicio 159/00).
En cambio, el dictamen del Comité Nacional de Ética se pronuncia, por una corta mayoría de 17 contra 15, a favor de la clonación terapéutica. Los defensores de la clonación terapéutica alegan que «parece posible, aunque todavía no está demostrado, que la clonación terapéutica ofrece posibilidades terapéuticas más ambiciosas» que las de las «células madre» procedentes de adultos. También manifiestan que «el hecho de renunciar a esto haría a la sociedad francesa dependiente de las investigaciones realizadas en el extranjero».
Entre los miembros de la minoría, unos se oponen a toda experimentación con embriones y otros sólo a la clonación terapéutica. Unos temen que se instrumentalice al embrión humano como si fuera un objeto; otros señalan que ninguna urgencia terapéutica exige recurrir a la clonación. Alguno considera un «deseo piadoso» la advertencia del Comité de que «la procreación médicamente asistida no se aproveche para constituir a propósito embriones para la experimentación».
También el presidente de Francia, Jacques Chirac ha rechazado la propuesta de clonación terapéutica, en un discurso pronunciado en Lyon ante el Foro Mundial de las Biotecnologías. Si la legislación que propone el gobierno fuera adelante, Francia sería el segundo país del mundo, después de Gran Bretaña, que autorizaría la clonación terapéutica. El Parlamento Europeo se pronunció en septiembre del pasado año contra esta práctica (ver servicio 121/00).