Amsterdam.- Tras veinte años de polémica, los diputados de la coalición gubernamental holandesa -democristianos y socialistas- han alcanzado un acuerdo para despenalizar la eutanasia en determinadas circunstancias. Este apoyo mayoritario asegura al proyecto presentado por el Gobierno la aprobación en el Parlamento. La nueva ley sanciona la situación que de hecho impera en Holanda: la eutanasia seguirá siendo un delito castigado con hasta 12 años de cárcel, pero estará, como hasta ahora, ampliamente tolerada.
El proyecto prevé tres casos de conducta no punible: poner fin a la vida de un paciente a petición de éste, la cooperación al suicidio y la eutanasia en enfermos que no pueden prestar su consentimiento (como personas en coma, minusválidos psíquicos graves o niños nacidos con deficiencias). En este último supuesto, la decisión podrá ser tomada por los familiares o, en defecto de éstos, los médicos. Con lo que, en este caso, desaparece la frontera de la voluntad del paciente, que hasta ahora se consideraba el límite de la eutanasia.
La eutanasia ya se venía practicando en Holanda en estas y otras circunstancias, prácticamente sin que los médicos corrieran peligro de ser condenados en los tribunales. A partir del momento en que la nueva ley entre en vigor, los médicos que realicen la eutanasia estarán obligados a rellenar un formulario («declaración de interrupción de la vida»), que permitirá después a los jueces comprobar, caso por caso, si se han cumplido los requisitos legales. Si no ha sido así, el médico podría ser procesado.
No parece que el compromiso alcanzado por democristianos y socialistas vaya a lograr acabar con la larga polémica sobre la eutanasia en Holanda. Mientras algunos partidos de oposición -liberales y distintos grupos de izquierda- continúan propugnando una liberalización aún mayor, los pequeños partidos confesionales son contrarios a toda forma de eutanasia. Un obispo católico recordaba la semana pasada en la televisión que sigue habiendo mucha gente que no está de acuerdo con la legalización de la eutanasia y que gran número de pacientes tienen miedo a los médicos. El temor es explicable, dado que en Holanda la eutanasia se ha estado practicando durante años de modo clandestino, con la tolerancia de las autoridades. Es improbable que la nueva ley consiga limitar esta práctica a los casos previstos y ofrecer seguridad jurídica a los enfermos.
Como señaló el Dr. Karl F. Gunning, activo defensor del derecho a la vida, cuando se empezó a discutir el proyecto, no es de esperar que los médicos que hasta ahora han aplicado la eutanasia falseando los certificados de defunción, respeten escrupulosamente la verdad en las futuras declaraciones.
Antes de que empezara el debate parlamentario, los obispos holandeses escribieron una carta a los diputados -era la tercera en los últimos meses- para pedirles que se opusieran al proyecto. Los obispos recordaban que el deber del médico es curar y aliviar el dolor, y que nadie tiene derecho a quitar la vida a otro.
Carmen Montón