Roma. No se sabe con seguridad en qué proporción la acción del hombre contribuye al cambio de clima, pero lo que no se pone en duda es que influye. Así lo sostiene el informe final de la IPCC -la comisión intergubernamental de la ONU sobre el cambio climático-, que fue aprobado el 16 de diciembre en Roma. El documento, de 28 páginas, servirá a los gobiernos para definir las políticas internacionales de contención del «efecto invernadero».
Después de cinco días de debates, que alcanzaron tonos a veces encendidos, los 500 representantes de 120 países aceptaron el concepto esencial del documento, aunque redactado de modo más suave que la propuesta inicial: «Todos los cambios climáticos sugieren una visible influencia humana en el clima global».
Son tres los puntos centrales del informe. El primero, ya conocido, es que las mayores concentraciones de gases con efecto invernadero registradas en la atmósfera proceden, en gran parte, de actividades humanas. El segundo es que el aumento de la temperatura registrado en los últimos cien años (de 0,3 a 0,6 grados centígrados) puede ser atribuido con certeza, al menos en parte, a las actividades humanas. Lo mismo se puede decir del aumento del nivel del mar (de 10 a 25 centímetros en los últimos cien años), que se supone ligado al incremento de temperatura. Es una afirmación novedosa que, según los participantes, deriva de la disponibilidad de nuevas observaciones y de mejores modelos estadísticos.
El tercer punto central del informe es que los costes para reducir las emisiones de gas invernadero, y estabilizar su concentración en la atmósfera, son generalmente menores que los que se derivarían de los cambios climáticos. Los primeros supondrían del 0,5 al 2,5 por ciento del Producto Interior Bruto, mientras que los segundos variarían entre el 1 y el 9 por ciento.
Basándose en estudios estadísticos, el informe presenta también posibles escenarios para el año 2100, en caso de aumento de gas invernadero: un crecimiento medio del nivel del mar de 50 centímetros y un incremento medio de la temperatura de 2 grados centígrados, con las consiguientes consecuencias para el ecosistema (como el peligro para un tercio de los bosques, desaparición de playas, etc.). El informe precisa que ese modelo es un 25 por ciento inferior a las previsiones que los mismos científicos habían realizado en 1990.
Para evitar el calentamiento de la Tierra, la IPCC recomienda reducir el consumo de energía y emplear otras fuentes. Según el informe, se lograría, a bajo costo, subir entre un 10 y un 30% el rendimiento energético con automóviles y calefacciones de nuevo diseño, entre otras cosas. En cuanto a las fuentes de energía, la IPCC insiste en aprovechar las menos contaminantes: el gas natural o, al menos, el gasóleo en vez del carbón, y, mejor aún, la energía nuclear, siempre que se den las debidas condiciones de seguridad.
Diego Contreras