La idea de que el cambio climático, atribuido a la acción humana, es innegable, está adquiriendo un aire de cruzada que lleva a intentar cerrar la boca a todo discrepante.
Esta deriva es sintomática de una sociedad que, a la vez que se dice contraria a todo dogma, acaba acusando de herejía al que pone en duda las nuevas creencias. Pero este cambio en el clima del debate público empieza a molestar a los que piensan que los temas científicos requieren discusión más que forzado consenso.
Muestra de esta irritación son las respuestas que ha encontrado el reportaje de portada de Newsweek (13-08-2007), dedicado a los que ponen de manifiesto los puntos débiles de la explicación del cambio climático. El reportaje utiliza para calificarlos el término de “negacionistas”, el mismo que suele utilizarse para los “negacionistas” del holocausto judío, y da a entender que su postura se debe a que están financiados por la industria petrolífera.
A este planteamiento responde el columnista Jeff Jacoby en The Boston Globe: “¿No sería más eficaz contestar a los críticos, algunos de los cuales son expertos del clima altamente acreditados, con datos científicos y argumentos, en lugar de lanzar insidiosas insinuaciones de venalidad y engaño?”. “El calentamiento global atribuido a la acción humana es una hipótesis científica, no un artículo de fe o un dogma ideológico. El escepticismo y la duda son enteramente apropiados en el campo de la ciencia, donde la verdad está determinada por las pruebas, la experimentación y la observación, no por el consenso o la revelación. Sin embargo, cuando se trata del calentamiento global, el desacuerdo es tratado como herejía, como una creencia perniciosa cuyos defensores deben ser avergonzados, evitados o silenciados”.
La actitud de Newsweek no es el único ejemplo que cita Jacoby. “Heidi Cullen, experta del Weather Channel, ha sugerido que se retire la certificación del American Meteorological Society a los meteréologos de televisión que se atrevan a poner en duda las predicciones de un calentamiento global catastrófico”. Frente a estas actitudes, concluye Jeff Jacoby: “Desprestigiar a aquellos que resisten al ‘consenso científico’ como traidores, aduladores o enemigos de la humanidad puede ser emocionalmente satisfactorio o incluso profesionalmente lucrativo”. Jacoby lo califica como “acoso indefendible”.