Empresas europeas han importado de Estados Unidos la idea de grabar ecografías tridimensionales para los futuros padres en DVD o cintas de vídeo con imágenes de su niño no nacido (ver foto abajo). A pesar de su mejor apariencia, no pueden suplir a las ecografías médicas, menos atractivas, por ser bidimensionales, y las autoridades médicas francesas advierten que sólo son recomendables los exámenes que exponen a los bebés a los ultrasonidos durante un tiempo mínimo.
La primera de estas empresas, BebéLife, abrió sus puertas en Aviñón en 2003. Hélène Muller, madre de cuatro hijos, la fundó porque muchas madres se lamentaban de no disponer de una copia de las ecografías de sus hijos. Hace años, los médicos grababan ecografías, pero dejaron de hacerlo porque, a veces, fueron utilizadas para demandarles en casos de diagnóstico erróneo.
La intención de BebéLife -que ya ha abierto una sucursal en París- y de empresas semejantes (como Baby-Clips, también en París) es estética, y por eso se llama a esta ecografía «artística» para distinguirla de la que usa los ultrasonidos con fines médicos. El personal de estas empresas está entrenado para utilizar el equipo, pero ni quiere ni debe emitir diagnósticos. Además, según explicaba a «La Croix» (5-10-2004) el doctor Roger Bessis, ex presidente del Colegio Francés de Ecografía Fetal, la publicidad que presenta las ecografías tridimensionales como mejores que las que realizan los médicos es «totalmente falsa; las de dos dimensiones siguen siendo mucho más precisas», aunque para el inexperto resulten indescifrables.
El Dr. Philippe Kolf, presidente del Sindicato Nacional de Ecografistas, insistía en los posibles (aunque desconocidos) efectos de una exposición prolongada del feto a los ultrasonidos. Por eso mismo, la Academia Nacional de Medicina francesa emitió el 5 de octubre un comunicado recomendando «limitar la frecuencia y duración de los exámenes a lo estrictamente necesario para el diagnóstico». Por el contrario, Philips, el fabricante del aparato de ultrasonidos usado por las empresas de ecografía «artística», lo presenta como «más rápido, más fácil y más eficiente», además de inocuo.
También hay médicos que no ven ningún problema en acercar a las madres a sus hijos con las ecografías «artísticas». Así, la Dra. Joëlle Bensimhon, ecografista del hospital Broussais de París, declaraba a «La Croix» que no es partidaria de provocar un debate injustificado: «Algunas mujeres se hacen muchas ecografías durante su embarazo y los estudios disponibles no han demostrado nada sobre los efectos que puedan tener estos exámenes».
Las bondades de la nueva ecografía tridimensional fueron presentadas en Barcelona el 27 de septiembre por la Clínica Dexeus -que importa la técnica del hospital del Espíritu Santo (Sveti Duh) de Zagreb-, con evidente interés por atraer clientes hacia su negocio de fecundación «in vitro». Si no hay ningún riesgo que se pueda declarar imposible, de algunas de las empresas que usan estas técnicas con fines aparentemente lúdicos puede asegurarse que son más respetuosas con el niño que esta clínica barcelonesa. Así, BebéLife dedica un euro de cada sesión (que cuesta 149) a la asociación benéfica Osons Agir (Atrevámonos a Actuar, www.osonsagir.org), que combate el maltrato de niños y la pedofilia.
En Australia existen empresas como Camberwell Ultrasound, que graban en vídeo las sesiones de ecografía, para las que se requiere receta médica, por 11 dólares australianos (6,50 euros).
«¡Mi bebé!»
Los exámenes con ultrasonidos pueden contribuir a que algunas mujeres en situación de crisis reconsideren su postura de abortar. Las imágenes que ofrecen los nuevos sistemas de exploración son tan nítidas que la exclamación habitual, según relatan los médicos que efectúan las pruebas, suele ser: «¡Mi bebé!».
En un estudio de A Womans Concern, de Massachusetts (Estados Unidos), centro que atiende mensualmente a 200 mujeres embarazadas en situación difícil, se ofrecen algunos datos significativos sobre el impacto de la nueva tecnología. Antes de la introducción del examen por ultrasonidos, el 61% de las mujeres consideradas por los expertos del centro como «vulnerables al aborto» acababan efectivamente abortando, mientras que el 33,7% decidían dar a luz.
A partir del año 2000, el centro decidió introducir el examen con ultrasonidos, como parte de su asistencia médica. Desde entonces, las cifras se han invertido: el 63,5% de mujeres «vulnerables al aborto» acababan completando la gestación, mientras que las que decidían abortar descendían al 24,5%. Los porcentajes restantes en ambos casos, hasta completar el 100%, corresponden a aquellas mujeres que sufrieron un aborto espontáneo o resultaron no estar embarazadas en realidad. Excluido este grupo, las mujeres que no eligieron el aborto fueron el 39% y el 75,5%, respectivamente.
Según relata a «The Catholic World Report» el director médico del centro, Dr. Eric Keroack, los exámenes con ultrasonidos -que son voluntarios- se realizan «con frialdad», como exploración médica y no como medio de presión psicológica. Pero a pesar de todo, el impacto de las imágenes es considerable. «De hecho, después de someterse a un examen de ultrasonidos, solo una de cada cuatro mujeres que inicialmente consideraban la posibilidad de abortar termina efectivamente abortando». Esa influencia queda de manifiesto en una encuesta con las propias protagonistas: el 81,4% de las entrevistadas afirman que cambiaron de opinión sobre su posible aborto tras la prueba; un 9,5% se mostraron inseguras sobre el plan de abortar, mientras que el 9,1% restante afirma que los ultrasonidos no afectaron a su decisión de abortar.