“Las drogas son ilegales porque son peligrosas, no son peligrosas porque sean ilegales”. Lo dijo en una reciente entrevista Antonio Maria Costa, director de la UNODC, la Oficina de la ONU para las Drogas y el Delito (www.unodc.org). Ante los datos sobre el auge del consumo de drogas sintéticas y las legislaciones ingenuamente permisivas, la UNODC ha elevado el tono de sus advertencias. “¿A quién le gustaría que un piloto, un maquinista de tren o el chico que conduce el coche que viene de frente estuviera bajo los efectos de las drogas?”, pregunta el propio Costa.
Este organismo de la ONU ha hecho público en septiembre su informe de 2008 sobre estimulantes de tipo anfetamínico como el éxtasis. El informe subraya que el consumo de estas drogas se ha estabilizado en los países occidentales, pero la situación ha empeorado notablemente en el Sudeste Asiático y Oriente Medio. En Europa no ha aumentado el consumo pero se detecta poca sensibilidad ante los problemas derivados de las drogas sintéticas y cannabis.
Es significativo el fenómeno en los países latinoamericanos: en su lucha antidroga priorizan el control de los mercados de cocaína, pero no perciben como verdadera amenaza el consumo de estimulantes. El responsable de la UNODC ha alertado frente a tópicos ampliamente difundidos para justificar el uso de estas drogas (que cabría resumir en “las pastillas no matan ni extienden el sida”). En realidad, no son en absoluto inocuas y suelen servir como punto de partida para drogas más duras. Lo cierto es que el número de consumidores de drogas sintéticas en el último año supera al conjunto de quienes tomaron heroína o cocaína.
La población joven es la principal consumidora de drogas sintéticas. Esto explica el auge de su consumo detectado en el Sudeste Asiático y Oriente Medio, zonas con economías en crecimiento constante y con una población joven emergente.
Sin embargo, es preciso distinguir entre los motivos que llevan a consumirlas: mientras que en Asia suele ser para resistir más horas de trabajo, en Occidente están claramente vinculadas al ocio de fin de semana: entretenimiento en discotecas.
Para afrontar el problema la UNODC ha puesto en marcha el programa SMART (Synthetics Monitoring: Analyses, Reporting and Trends). Con él se pretende asesorar a los gobiernos, especialmente los de los países más vulnerables, para que se impliquen más en la lucha contra el consumo de éxtasis y otras drogas sintéticas: desde la actuación policial y el control de las principales rutas de estas drogas, hasta la reforma de las legislaciones más suaves o el desarrollo de campañas para sensibilizar a la opinión pública.