La fecundación in vitro y la estimulación de la ovulación implican una frecuencia de embarazos múltiples mucho mayor que la natural. Esto supone un elevado riesgo de que se pierdan embriones por abortos espontáneos. Incluso, en un caso reciente registrado en España se han eliminado intencionadamente dos embriones de una embarazada que esperaba quintillizos, obtenidos tras estimulación ovárica, a fin de aumentar las posibilidades de supervivencia de los otros tres.
En España, durante 1992, el 12% de los embarazos por reproducción asistida dieron lugar a gemelos, el 3% a trillizos y el 0,5% a cuatrillizos o quintillizos. Estas proporciones son extraordinariamente altas: en el caso de los trillizos, 192 veces la probabilidad natural (1/6.400); en el de los cuatrillizos, 2.560 veces la frecuencia natural (1/512.000).
En la fecundación in vitro, tan elevada proporción se debe a que habitualmente se implantan varios embriones, por lo general tres. La implantación de uno solo proporciona un 15% de probabilidad de éxito, mientras que si se implantan tres la probabilidad sube al 30%. En la mayoría de los casos, al menos alguno de los embriones se pierde en el inicio de la gestación.
La estimulación ovárica da lugar a situaciones similares. No se puede controlar el número de óvulos, porque más de un folículo puede responder al tratamiento. Es lo que le sucedió en España a una mujer de Alicante que, tras someterse a un tratamiento de fertilidad, quedó embarazada de quintillizos. Fue sometida a una intervención en la que se eliminaron dos de los embriones.
Los partos múltiples presentan importantes complicaciones. Aunque ha aumentado mucho el índice de supervivencia, las dificultades siguen siendo considerables. A partir de tres niños, los partos deben producirse por cesárea antes de llegar a término, a las 33 ó 34 semanas, con la consiguiente falta de peso y la necesidad de mantener a los niños en la incubadora.
Estos efectos indeseados revelan la falta de control con que se está aplicando la ley española de reproducción asistida de 1988, cuyo reglamento aún no ha sido aprobado. La ley establece que «se transferirán al útero el número de preembriones considerado científicamente como el más adecuado para asegurar razonablemente el embarazo». En la práctica, cada equipo médico hace lo que quiere.