Los efectos terapéuticos del cannabis para ciertas enfermedades han sido el primer paso para su legalización en algunos países. Pero ahora que las leyes se van volviendo más permisivas, los especialistas empiezan a preocuparse por cómo reducir los daños del uso del cannabis.
En un artículo publicado en la revista médica Lancet Psychiatry –del que se hace eco The Guardian–, Amir Englund y otros investigadores del King’s College y del University College de Londres, consideran que en estos momentos es crucial que las políticas sanitarias se propongan proteger a los usuarios de cannabis contra los efectos más dañinos de esta droga.
Los mayores riesgos asociados al consumo de cannabis (adicción, psicosis, pérdida de memoria, más riesgo de esquizofrenia…) aumentan en las variedades con mayor concentración de THC, el principal componente activo. El THC produce el efecto placentero de la droga, pero también está ligado al mayor riesgo de psicosis. Los autores del artículo proponen reducir los daños alterando la composición del cannabis para que contenga una mayor dosis de CBD (cannabidiol), otro componente que reduce los efectos negativos del THC.
Otro modo de limitar los riesgos exigiría abandonar la práctica común de fumar marihuana mezclada con tabaco, lo que significa incurrir en los riesgos de cáncer de pulmón, garganta y boca, que se han comprobado al fumar tabaco. Los investigadores sugieren usar en cambio vaporizadores, solución que, sin embargo, no está bien vista cuando se trata de reducir el consumo de nicotina.
Las leyes más permisivas sobre el consumo del cannabis han favorecido un aumento del consumo y, por tanto, de los riesgos para la salud. Según los investigadores, el número de europeos que han necesitado un tratamiento especializado por problemas relacionados con el cannabis han aumentado en más de un 50% en los últimos ocho años.
Los autores advierten que no es fácil saber qué variedades de cannabis y en qué cantidad consume la gente. Pero, en muchos países, entre ellos el Reino Unido, las variedades más vendidas en el mercado negro son las de mayor concentración de THC. Para frenar esta tendencia, los autores proponen establecer legalmente un límite de la potencia del cannabis y poner mayores impuestos a las variedades más potentes. Una política ya familiar en el caso del tabaco.