Los científicos reciben en nuestro tiempo la veneración que rodeaba a los santos en otras épocas. Una vez encumbrados en el altar de la opinión pública, su dedicación a la ciencia garantiza que cualquier idea suya llevará el marchamo de la racionalidad y la apertura de mente. Por eso ha causado asombro y decepción la publicación de unos inéditos diarios escritos por Albert Einstein durante sus viajes por Asia en 1922 y 1923.
- El sónar (Ignacio Aréchaga).