Por 266 votos a favor y 153 en contra (más 28 abstenciones), la Cámara de Diputados italiana ha aprobado un proyecto de ley sobre fecundación artificial (FIVET) bastante restrictivo, que intenta evitar los problemas no resueltos en las legislaciones de otros países. Desde hace tiempo se hacía sentir la necesidad de poner orden en este tema, en el que imperaba una situación de Far West, según la expresión que ha hecho fortuna en Italia (ver servicio 87/98). El vacío legal, en efecto, ha dado lugar a las modalidades más extravagantes de FIVET, desde «madres-abuelas» sexagenarias a un hijo póstumo de una mujer que dejó sus óvulos pocos meses antes de morir. Casos como esos no se repetirán si el proyecto es ratificado por el Senado, lo cual es incierto, pues los perdedores de la votación han anunciado que lo bloquearán.
Para recurrir a la FIVET, las parejas tendrán que demostrar su infertilidad y ser informadas de las posibilidades de adoptar un niño. Se establece también otro principio: el respeto a los derechos de todos los implicados, incluido el concebido. Esto último, según algunos, supone otorgar indirectamente estatuto legal de persona al embrión, interpretación que ha provocado reacciones diversas en uno y otro lado de la polémica sobre el aborto.
En virtud de la enmienda más importante al borrador original, el texto aprobado sólo admite la FIVET homóloga (con gametos de la pareja), por lo que elimina los bancos de semen. El médico que realice la FIVET heteróloga se arriesga a una pena de tres a diez años de cárcel. En cambio, fue rechazada la propuesta de excluir de la FIVET a las parejas de hecho. Pero los candidatos, casados o no, han de ser de distinto sexo y estar en edad potencialmente fértil. O sea, no más «madres-abuelas» ni inseminación artificial para mujeres solas.
En cada procedimiento de FIVET no se podrá fecundar más de tres óvulos, y los embriones resultantes habrán de ser implantados inmediatamente. Sólo se podrá obtener embriones con fines de reproducción; la clonación y la experimentación con embriones son castigadas con penas superiores a diez años de cárcel. También se prohíbe destruir o congelar embriones. Se pretende así evitar uno de los principales problemas originados por la FIVET: el de los embriones supernumerarios, con los que nadie sabe qué hacer. Pero el proyecto tiene en cuenta a los embriones congelados ya existentes: se creará un registro, que distinguirá a los que tienen progenitores conocidos y los «huérfanos». Estos, junto con los otros que no sean reclamados, se convertirán en candidatos a la adopción.
La mayoría que ha aprobado el proyecto no coincide con la gobernante. El principal grupo de la coalición actualmente en el poder, el Partido Democrático de la Izquierda (PDS), que quería una ley más permisiva, ha sido abandonado por algunos de sus socios. El Partido Popular Italiano (PPI) y la Unión Democrática para la República (Cossiga) se han alineado esta vez con los dos principales grupos de oposición, el Polo de la Libertad (Berlusconi) y la Liga Norte. En minoría, con el PDS, han quedado los comunistas y los verdes.
Esto ha dado pie a que se hable de una «alianza transversal» de católicos contra la FIVET. Sobre todo, a la vista de que la misma mayoría aprobó, a continuación del proyecto, una moción por la que insta al gobierno a revisar la ley del aborto, de 1978, que califica de anticuada y en contraste con los recientes avances médicos. La moción recuerda que hoy es viable un feto con cinco meses y medio de gestación, y propone que la ley se centre en prevenir y disuadir. Las asociaciones familiares católicas se han declarado satisfechas por la ley aprobada -salvo en lo que se refiere a las parejas de hecho- y por haber obtenido el apoyo de distintos partidos.