El 64% de los adultos estadounidenses pesan demasiado. Las personas con sobrepeso sufren mayor riesgo de diabetes, hipertensión, artritis en las rodillas… y por término medio tienen una vida más corta. Así pues, hay que perder kilos. Pero ¿cómo? Las nuevas recomendaciones dietéticas oficiales publicadas por el gobierno de EE.UU. insisten en reducir la ingesta de calorías y hacer ejercicio: no menos de 30 minutos diarios y de 60 a 90 minutos si uno tiene que adelgazar. La solución es sencilla y barata, pero la carne es débil. Mucha gente no logra perder peso por procedimientos caseros y paga sus buenos dólares para someterse a alguno de los muchos métodos de adelgazamiento que ofrece el mercado. Pese a su numerosa clientela, esos métodos tienen escaso apoyo científico, advierte un estudio recién publicado.
El trabajo, realizado por Thomas A. Wadden y Adam G. Tsai (Universidad de Pensilvania), ha aparecido en la revista «Annals of Internal Medicine» (4-01-2005). El objetivo era evaluar la eficacia e inocuidad de los métodos de adelgazamiento más difundidos en EE.UU. Para poder obtener conclusiones significativas, los investigadores pusieron unos requisitos mínimos: que se hubieran realizado ensayos con más de diez personas durante al menos 12 semanas y que se hubiera hecho una revisión un año o más después del tratamiento.
La primera conclusión es que apenas se han hecho estudios fiables sobre planes para adelgazar: de 108 publicados entre 1966 y 2003, solo diez, referidos a cinco de los métodos más populares en EE.UU., cumplían las condiciones. Además, en su mayor parte exageran la tasa de éxitos porque no tienen en cuenta los abandonos. Otras deficiencias frecuentes son el reducido número de sujetos, el seguimiento insuficiente y la falta de grupo de control (personas que intentan perder peso por su cuenta, para comparar sus resultados con las que siguen el método).
La única excepción es Weight Watchers, un programa sin supervisión médica, sobre el que existen tres estudios de suficiente calidad científica. Los resultados son modestos: por término medio, quienes lo siguen bajan un 5% de su peso inicial (en torno a 4,5 kilos) tras seis meses de tratamiento (y una factura de 330 dólares), pero después recuperan parte de los kilos perdidos, hasta quedarse en un 3,2% menos al cabo de dos años.
Menos fiables son los estudios sobre dos dietas bajas en calorías con supervisión médica (Health Management Resources y OPTIFAST). Muy caras (más de 2.500 dólares), obtienen notable éxito a corto plazo, con reducciones del 15-25% del peso en seis meses; pero la tasa de abandonos es muy alta, y la mayoría de los pacientes recuperan la mitad o más de los kilos perdidos en el año o los dos años siguientes. Los estudios sobre los otros dos métodos examinados, eDiets.com (por Internet) y Take Off Pounds Sensibly son aún peores y muestran que la pérdida de peso es muy pequeña. El consuelo es que son los más baratos.
De todas formas, ha declarado Wadden al «New York Times» (4-01-2005), que uno no consiga adelgazar no es tanto culpa de los métodos como de la biología y de otro factor: «Adelgazar no es para pusilánimes», dice.