Nacidos muertos: la plaga escondida

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La revista médica The Lancet ha publicado una serie de artículos sobre el problema de los niños malogrados al final de la gestación. The Lancet reúne desde hace años estadísticas de mortalidad neonatal y mortalidad materna. Ahora, con la colaboración de 69 expertos, diferentes países y organizaciones, pone el foco en un apartado poco conocido.

Según este estudio, cada día nacen muertos en el mundo más de 7.300 niños. Según la definición de la Organización Mundial de la Salud, un “nacido muerto” es aquel feto que fallece durante el embarazo pesando al menos un kilo o a partir de las 28 semanas de gestación.

El total de los niños nacidos muertos en 2009 asciende a 2,6 millones, con un margen de error que va de 2,1 a 3.8 millones (dato este muy importante, como veremos a continuación). Esto supone una reducción del 14% con respecto a 1995, cuando se estimaron unos 3 millones. Pakistán y Nigeria tienen las cifras de nacidos muertos más elevadas, mientras que Singapur y Finlandia ostentan las más bajas.

El 98% de estos casos se da en países de renta baja y media, lo cual indica que el grado de desarrollo resulta determinante . De hecho el 66% de todas estos casos se concentran en solo diez países. Y es que casi 1,2 millones de muertes se producen durante el parto, por falta de cuidados y medios especializados.

The Lancet concluye que, además de las complicaciones en el parto, las otras cuatro causas más comunes de estas muertes son: infecciones sufridas por la madre durante el embarazo, trastornos en su salud (especialmente hipertensión y diabetes), retardo del crecimiento del feto y anomalías congénitas.

The Lancet destaca que, a pesar de las alarmantes cifras, el problema está siendo obviado por la comunidad internacional. Los niños nacidos muertos no aparecen en las estadísticas de la ONU y ni siquiera están contemplados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Incuso dentro de la propia sociedad, sobre todo en países poco desarrollados, se esconden estos casos, culpándose en muchas ocasiones a la propia madre, atendiendo a supersticiones más que a razones médicas.

El hecho de que en muchos países se “escondan” estas muertes, o directamente no se contabilicen, complica enormemente la evaluación del fenómeno. Y a su vez, la falta de estadísticas fiables en los países donde más casos ocurren es –resalta el estudio de The Lancet uno de los principales obstáculos para comprender, y por lo tanto reducir, el problema de los niños nacidos muertos.

A partir de los datos disponibles, The Lancet hace un llamamiento a los gobiernos, la comunidad internacional, organizaciones profesionales… para que se esfuercen en reducir esta mortandad. Según la OMS, que ha colaborado en el estudio, se evitarían más de un millón de muertes con intervenciones relativamente sencillas. Dando cobertura universal por emergencias obstétricas se evitarían 696.000 muertes al año. La detección y tratamiento de la sífilis, la malaria, la hipertensión y la diabetes durante el embarazo reduciría el número en otro cuarto de millón. Otras medidas, como tratar el retardo del crecimiento del feto o provocar el parto cuando se retrasa excesivamente evitaría 159.00 más.

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