Las autoridades de Nueva York han aprobado recientemente una ley que obliga a vacunar a todas las nacidas después del 1 de enero de 1996 con Gardasil, una vacuna contra cuatro tipos de virus del papiloma humano (VPH), que se trasmite por vía sexual. Dos de ellos son responsables del 70% de los casos de cáncer de cuello uterino. La FDA aprobó la vacuna -propiedad de la farmacéutica Merck- el año pasado, para mujeres de 9 a 26 años. Si autoriza la vacuna para chicos, también se incluirían en la ley neoyorquina.
Según el informe de la comisión que controla los «lobbies» en Nueva York, entre 2003 y 2006 Merck se gastó cerca de 400.000 dólares en «convencer» a las personas que tenían que aprobar la ley. Este tipo de influencia está permitida en el país.
Algunos piensan que Merck ha exagerado tanto la amenaza de la enfermedad como la eficacia de su vacuna para conseguir que los legisladores locales aprobaran la vacunación obligatoria. En todos los casos, una ley de este tipo es una suerte para la farmacéutica que vende el producto. Pero en este caso más, ya que las tres inyecciones de Gardasil tienen un precio de 360 dólares, que multiplicado por el número de niñas neoyorquinas supondrán unas ventas de 700 millones de dólares («The New York Times», 25-03-2007).
El motivo de las críticas está en que según un reciente artículo del «Journal of the American Medical Association», la tasa combinada de mujeres de 14 a 24 años con alguno de los 37 tipos de VPH es del 33,8%: mucho menor de la que habla Merck en su sitio web (50%). Pero además, las tasas del VPH 16 y 18 -los causantes del 70% de los casos de cáncer de cuello de útero- son muchísimo más bajas: 1,5% y 0,8%, respectivamente.
Por otro lado, la American Cancer Society publicó en febrero un guía en la que explica que la mayoría de las infecciones con VPH, incluidas las que provocan cáncer, se curan sin tratamiento: el 75% de las infecciones en adultos y el 90% en adolescentes desaparecen por sí solas. Cuando la enfermedad se detecta pronto, la tasa de supervivencia es superior al 90%. De manera que siguiendo los métodos actuales de detección temprana y sin necesidad de la vacuna, el número de chicas que están en riesgo de morir por cáncer provocado por los VPH 16 y 18 es bajísimo.
Aparte de las cifras, la vacunación misma puede provocar otras complicaciones. Una de ellas es que puede inducir en las chicas una falsa sensación de seguridad. Gardasil solo protege contra cuatro VPH, con lo que siguen expuestas a los demás tipos. Si abandonasen los análisis rutinarios pensando en que la vacuna las protege, disminuirían los casos de detección temprana y aumentarían las mujeres en condiciones precancerosas.
Un segundo problema es que en los ensayos clínicos, Merck solo ha hecho un seguimiento de tres años, de manera que se desconoce la duración de la inmunidad y los riesgos asociados a largo plazo. Tampoco se sabe bastante sobre los efectos secundarios para tratarse de una campaña de vacunación masiva. En 1976 se registró un solo caso de muerte por gripe porcina en Estados Unidos. La vacunación obligatoria aprobada entonces por el gobierno provocó cientos de muertes y parálisis graves. La vacuna provocaba el síndrome de Guillain-Barré, un enfermedad similar a la polio, con un 5% de tasa de muerte y un 10%, de parálisis permanente.
Teniendo en cuenta la incidencia de la enfermedad, su riesgo y los problemas de una vacunación masiva, algunos piensan que sería mejor que fueran las familias neoyorquinas las que decidieran.
ACEPRENSA