Durante los últimos años se ha despertado un gran interés por la influencia de acontecimientos tempranos en la vida de las personas y sus repercusiones en la salud a largo plazo. La importancia de los “1.000 primeros días” es un ejemplo claro: la alimentación y otros factores ambientales que tienen lugar en el periodo comprendido entre la concepción y el final del segundo año de vida condicionan el riesgo de algunas enfermedades crónicas en la vida adulta.
Pero también la exposición a la adversidad en los primeros años de vida se asocia a consecuencias negativas para la salud a largo plazo. En especial, esas experiencias adversas en la infancia hacen referencia a distintas formas de maltrato, a la presencia de disfunciones familiares (sobre…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.