«Servicio y entrañas». Así definió Dolores Voltas el doble reto que las asociaciones provida tiene por delante y, por extensión, cualquier persona que quiere apoyar a la vida. La reflexión de la doctora Voltas, presidenta de la Federación Española de Asociaciones Provida, se produjo en el marco de la rueda de prensa de presentación del Congreso Internacional Provida que tendrá lugar los próximos 6, 7 y 8 de noviembre en la sede de la Universidad San Pablo-CEU, en Madrid (ver www.provida.es).
«Prestar un mejor servicio a mujeres en dificultades por su maternidad» es una de las claves de las asociaciones provida, una labor que a veces no se conoce porque quienes la hacen son todos voluntarios y no encuentran tiempo para estrategias de comunicación.
De la ayuda de las asociaciones provida en España dan fe las 32.167 mujeres apoyadas desde 1981 a 2002, los 21.188 niños que han podido así nacer o los 19.780 niños ayudados en esos veintiún años.
Pero la otra, no menos importante, según comentó Voltas en la presentación, es «llevar entrañas» a la cultura dominante. Bajo la metáfora de entrañas, que tanto tiene que ver con la maternidad, la doctora explicó la importancia de «fundamentar y difundir la verdad, que no es religiosa sino científica».
«La vida humana -dijo Voltas- no es simplemente algo que tiene valor, es un valor en sí misma». «Pero sin fundamentar la verdad, esa verdad que es la vida», prosiguió Voltas, «no es posible apoyarla». No hay un momento de investidura de ser persona, dijo bromeando, «como si alguien llegara y te pusiera la medalla y desde entonces eres persona». Que la vida comienza desde el momento de la concepción es una verdad que no es de índole religiosa, sino científica.
La doctora Voltas dijo que «hace falta que todas las personas sepan esto y para ello hace falta hacérselo llegar con sencillez y palabras asequibles apropiadas a los tiempos. Si la verdad llega al gran público, el apoyo a la vida será posible porque desde ahí, desde la opinión pública, se pueden cambiar las leyes».
Elena Postigo, profesora de la Universidad San Pablo-CEU y miembro del comité científico, explicó que el Congreso prestará especial importancia a las aportaciones científicas precisamente por la necesaria racionalidad de la defensa de la vida. En este ámbito, Elena Postigo citó dos intervenciones del futuro congreso: «La vida humana; singularidad genética de principio a fin» de Nicolás Jouve, catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares (España), y la de Miguel Ángel Serra, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Cataluña, «La singularidad del ciclo vital como determinante de la individualidad del embrión».
La defensa de la vida se abordará también desde la vertiente jurídica y política, con estudios y experiencias procedentes de Europa, Estados Unidos, América Latina, Ucrania y otros países.
Postigo recordó también que no podemos caer en la trampa de pensar que la vida no se puede defender más que desde una visión religiosa. Esto, en el ámbito del pluralismo ético que caracteriza nuestras sociedades, supone cerrar las puertas a la labor de defensa y apoyo de la vida. Además, insistió en la ligazón existente entre el valor vida y su defensa y la fundamentación del Estado democrático.
Jesús Poveda, psiquiatra y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, explicó en la presentación del congreso que las asociaciones de ayuda a la mujer embarazada venían trabajando desde antes de la despenalización del aborto en España.
En relación a la famosa frase «Si las mujeres tuvieran el vientre de cristal no abortarían», el viernes 7 de noviembre en el Congreso Internacional Provida se presentará uno de los avances técnicos de GE que permite, como una ventana, ver al feto en 3 dimensiones. El congreso también contará con la proyección de la película mexicana Punto y aparte sobre el aborto. ACEPRENSA.
La causa desnuda
Es seguro que hay causas apasionantes por las que vale la pena dar tiempo, dinero, apoyar con la acción y con la pluma. Pero la defensa de la vida es, sin duda, la causa por antonomasia y, paradójicamente, está desnuda. Es la más abandonada. Hay una espiral de silencio y una cierta vergüenza que se extiende incluso entre quienes nos consideramos provida. Una espiral que a veces empieza en nuestro propio corazón.
Pondré un simple ejemplo, y no de los extremos, sino de los de todos los días. Un ejemplo en el que me hizo pensar Dolores Voltas cuando relataba qué es lo primero que pedían las mujeres en dificultades por su maternidad: ánimo, aliento. Porque eso es lo que necesitan las que tienen dificultades y las que no, cualquier mujer embarazada, mucho más si está sola o tiene problemas.
Pero sucede algo extraño. Algo que notas que se te ha metido dentro porque eres hija de tu tiempo y la mentalidad dominante te afecta en lo que haces, dices y escribes. Es triste pero es así.
Te dice una compañera de trabajo, amiga, alguien que conoces bien, que está embarazada. Y una provida convencida, incluso sabiendo que la otra lo es, duda. Son sólo diez segundos de duda, diez malditos segundos que tardas en felicitar a la futura mamá. Porque tienes miedo, tienes vergüenza, no vaya a ser que metas la pata. Atención, que no me estoy refiriendo a casos «extremos» tipo «alumna soltera te dice que se ha quedado embarazada», del que también podríamos hablar y mucho. Me estoy refiriendo a mujeres con marido o, lo siento, «pareja estable», en la mayoría de las veces con trabajo, quizás primerizas o en muchos casos con dos, tres niños, más.
Pues incluso entonces una se autocensura. No vaya a ser que… no la viniese bien, que realmente no estuviera deseándolo, que no fuera un niño… «programado» y que…. yo meta la pata. Ojalá metiese la pata más veces y eliminase mis diez segundos de silencio.
Y es que me he dado cuenta, tras escuchar a la doctora Voltas, que incluso quienes pensamos que los niños son siempre una bendición y nos gustan, y creemos que son un pequeño milagro, y que la vida es siempre eso, vida, tenemos como reparo en ser los primeros en felicitar, no vaya a ser que metamos la pata.
Es una tontería, lo sé, y hay cosas más graves, pero yo creo que podríamos empezar por ahí y meter esas entrañas de las que Voltas hablaba… en la cultura diaria. Como decía la doctora: las mujeres podemos, sólo nosotras podemos. Compete a todos, lo sé, pero yo sé que especialmente a nosotras.
Aurora Pimentel