El 20 de mayo falleció en Nueva York, a los 60 años, el célebre paleontólogo estadounidense Stephen Jay Gould. Era una de las voces más representativas -y más populares- de la heterodoxia evolucionista. Gould trabajó hasta hace poco en la Universidad de Harvard, donde era profesor de Paleontología de los vertebrados y director del Museo de Zoología Comparada. Junto con Niles Eldredge, director y conservador de la sección de invertebrados del Museo Americano de Historia Natural (Nueva York), formuló hace 30 años una nueva interpretación de los procesos evolutivos.
La elaboración de su tesis doctoral en la Universidad de Columbia le permitió darse cuenta de la importancia que tenían en la evolución de las especies los factores no dependientes de la selección; algo que, con el tiempo, le llevaría a desmarcarse del evolucionismo oficial representado por la «teoría sintética» de los neodarwinistas. Según este modelo, las especies evolucionan y dan lugar a otras mediante la acumulación progresiva de pequeños cambios producidos por azar. De estas variaciones, la naturaleza selecciona las que resultan útiles para la mejor adaptación al medio o por favorecer la reproducción.
En 1972, Gould y Eldredge propusieron la «teoría del equilibrio puntuado» en un trabajo conjunto (1) donde manifestaban abiertamente su oposición al gradualismo entonces imperante. El artículo pasó inadvertido. Sin embargo, cinco años después publicaron otro (2) que desató una viva polémica, cuyos ecos aún reverberan en el eterno debate sobre la historia real de la evolución de las especies.
Según Gould y Eldredge, el registro fósil no avala el gradualismo propugnado por la «teoría sintética». Los numerosos «eslabones perdidos» no son huecos debidos al magro contenido de dicho registro: son ausencias estructurales y no simples vacíos coyunturales. Faltan las especies intermedias de los cambios evolutivos por la sencilla razón de que no existen, ya que la evolución -según estos autores- no procede de modo gradual: los cambios evolutivos son abruptos. Frente al paradigma de la transformación paulatina de unas especies en otras, mantenido por la ortodoxia neodarwinista, la «teoría del equilibrio puntuado» sostiene que las especies permanecen sin evolucionar durante largos periodos de tiempo; pero en un momento determinado y durante un breve lapso (unas pocas decenas de miles de años), en un pequeño grupo periférico de la especie (un «demo») se producen cambios repentinos que dan lugar a una especie nueva. La ortodoxia neodarwinista nunca perdonó a Gould que relegara la selección natural a un papel secundario como motor de la evolución al considerar que permanecía «dormida» durante la mayor parte de la existencia de una especie. Las diferencias entre la «teoría sintética» y la «teoría del equilibrio puntuado» se refieren no solo al tempo (rápido o lento) de la evolución, sino también al modo en que ésta se despliega. Así, los neodarwinistas defienden a capa y espada que la evolución se desarrolla en el tiempo, básicamente, según un patrón lineal o filogenético, mientras que los puntuacionistas son partidarios de una evolución en mosaico, es decir: ramificada. La idea de aquellos es la sucesión lineal de una especie a otra; para estos, en cambio, una especie ancestral da lugar a múltiples especies descendientes que, a su vez, o se extinguen o continúan ramificándose.
Gould destacó como prolífico autor de obras divulgativas, en las que, de modo claro y asequible, pretendía hacer llegar al gran público los debates más importantes sobre evolución. Algunos de sus libros más famosos son El pulgar del panda, La sonrisa del flamenco, Las piedras falaces de Marrakech, La vida maravillosa (ver servicio 128/91). Gould, que no era creyente y sostenía una perspectiva básicamente materialista, afirmaba sin embargo que la fe y el pensamiento científico pueden convivir si se ciñen a sus respectivos ámbitos, según explica en Ciencia versus religión. Un falso conflicto (ver servicio 91/00). Hace pocos meses vio la luz su última obra: The Structure of Evolutionary Theory, un voluminoso libro en el que Gould afina sus posturas en respuesta a los críticos.
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(1) «Punctuated Equilibrium: An Alternative to Phyletic Gradualism», Models in Paleobiology, Freeman, San Francisco, 1972, pp. 82-115.
(2) «Punctuated Equilibria: The Tempo and Mode of Evolution Reconsidered», Paleobiology, vol. 3, 1977, pp. 115-151.