Pocos investigadores del espacio profundo cuestionan hoy día la teoría del Big Bang. Aunque la Física fundamenta en la experimentación las verdades que propone, la hipótesis teórica del origen del universo, a partir de una gran explosión, ha sido rodeada con una aura de credibilidad que algunos científicos se han atrevido a poner en entredicho, como comenta Anna Ijjas, física investigadora en el Max Planck Institute for Gravitational Physics, en New Scientist (17-08-2019). Su artículo se titula “¿Y si no hubo Big Bang y viviéramos en un universo cíclico?”.
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Pocos investigadores del espacio profundo cuestionan hoy día la teoría del Big Bang. Aunque la Física fundamenta en la experimentación las verdades que propone, la hipótesis teórica del origen del universo, a partir de una gran explosión, ha sido rodeada con una aura de credibilidad que algunos científicos se han atrevido a poner en entredicho, como comenta Anna Ijjas, física investigadora en el Max Planck Institute for Gravitational Physics, en New Scientist (17-08-2019). Su artículo se titula “¿Y si no hubo Big Bang y viviéramos en un universo cíclico?”.
Ijjas menciona una de las alternativas al Big Bang. Además del universo estacionario, con continua creación de materia (ver primera parte), hay otras. La defendida por Stephen Hawking y James Hartle reformula la cuestión misma del origen del universo: según ellos, el universo no tuvo inicio, porque no tiene límite (es finito, pero no limitado).
Una tercera alternativa, la de Latham Boyle y Neil Turok, afirma la existencia de un universo paralelo de antimateria, lo que ya no nos parece de ciencia-ficción una vez que hemos aprendido a utilizarla, al menos en parte. Si un radiólogo nos hace un escáner de tipo PET (Positron-Emission Tomography, tomografía de emisión de positrones), nos radiará con positrones, que no son más que “antielectrones”: las partículas de antimateria correspondientes a los electrones, idénticos a ellos, pero con carga eléctrica positiva. El choque de un electrón con un positrón produce su mutua aniquilación material y genera fotones (partículas de luz), que son los que se registran en las placas fotográficas.
Pero estas teorías no superan al Big Bang en el intento de explicar por qué la observación del universo es aproximadamente isotrópica, semejante en todas las direcciones. Ahora bien, esta explicación exige una hipótesis complicada de demostrar: sería necesario un período de superinflación, en el que la materia se expandiría incluso a una velocidad mayor que la de la luz. Eso justificaría la uniformidad, pero habría que demostrarlo.
Universo cíclico
No sería necesaria esta hipótesis si la sustituimos por la defendida por Anna Ijjas en su artículo: el universo actual viene de una compresión anterior en la que todo se hizo uniforme y pequeño, seguida de una expansión en la que se conservó esa uniformidad. Para justificar esta teoría, hay que echar mano de la “parte oscura” del universo.
En vez del Big Bang, algunos científicos proponen un universo cíclico que se expande y contrae alternativamente
Solo el 5% del universo está compuesto de materia o energía conocida por nosotros, que podemos ver o con la que podemos experimentar. Desconocemos la composición del 95% restante, que se repartiría entre lo que los cosmólogos denominan materia y energía oscura. La energía oscura sería la causante de la expansión, pues se comporta como una fuerza repulsiva. Esta expansión se revertiría cuando la gravedad de la materia, oscura o no, superara en fuerza atractiva la acción expansiva de la energía oscura.
Esto se repetiría cíclicamente, de modo que nuestro universo sería una fase más de continuas expansiones y compresiones (un big bang, seguido de un big crunch). El tiempo necesitado por el universo para completar un ciclo estaría en torno a los 100.000 millones de años, de modo que, con una edad calculada para el universo actual por debajo de los 14.000 millones de años, podemos suponer que estamos casi al principio de uno de esos ciclos.
A veces se dice que la teoría del universo cíclico, o la de Hawking, hacen superflua la cuestión de la creación. En realidad, esas hipótesis, y también la del Big Bang o cualquier otra, deja la cuestión intacta. La Física puede llegar a un inicio en que ya existía algo, pero no alcanza el origen absoluto, que es lo que se llama creación.