La Gala de los Oscar 2024 se había proyectado con un objetivo: recuperar a una parte de los millones de espectadores que se habían ido perdiendo en los últimos años. ¿La fórmula? Adelantar la hora de la Gala, sustituir a influencers y tiktokers varios por actores de renombre y no alargar demasiado el espectáculo. Cumplieron. A las 19.30 del domingo (3.30 del lunes en Europa) se cerraba el telón de un año de magnífico cine con una Gala que coronó a Oppenheimer como mejor película, dejó algunos mensajes rotundos a favor de la paz y legó para la Historia del Cine y de los Oscar un sobresaliente número musical: el protagonizado por Ryan Gosling y su I’m just Ken.
Había pocas dudas de quién sería el protagonista de la noche. Oppenheimer lleva meses ganando casi todo y pocos dudaban que había llegado el momento de Christopher Nolan, un director alabado por la crítica, nominado tres veces, por Dunkerque, Origen y Memento, pero todavía sin Oscar. El encargado de darle el premio al mejor director fue precisamente Steven Spielberg, otro gran director que tardó muchos años en conseguir su primer Oscar, por La lista de Schindler. Al final de la noche, Oppenheimer recogería siete estatuillas (mejor película, director, actor, actor de reparto, edición, fotografía y banda sonora).
Si los Óscar se pesaran como las manzanas, por kilos, cosa que no pasa, la medalla de plata sería para Pobres criaturas, la película de Yorgos Lanthimos consiguió cuatro premios. Tres en apartados considerados técnicos -vestuario, diseño de producción y maquillaje y peluquería- y uno artístico: el Oscar a la mejor actriz para una emocionada Emma Stone que no partía como favorita pues muchos daban por sentado que la cuota de diversidad daría el Oscar a Lily Gladstone, por Los asesinos de la luna.
Pero como los Oscar no son manzanas, valen mucho –quizás más del doble– las dos estatuillas de La zona de interés, que ganó los Oscar a mejor película extranjera y a mejor sonido, un merecidísimo premio para una película rodada con un omnipresente fuera de campo y donde el sonido es, precisamente, el gran protagonista de la historia. Que la película de Jonathan Glazer iba a ganar el Oscar a J.A.Bayona con La sociedad de la nieve no lo dudaba nadie y mucho menos después de la imbatible promoción que le hizo Steven Spielberg, que llegó a afirmar que La zona de interés era la mejor película sobre el Holocausto, después de La lista de Schidler. Al recoger la estatuilla, Glazer, que es judío, aludió al conflicto entre palestinos e israelies y señaló que su película enseña donde lleva la deshumanización y lamentó un enfrentamiento que se está cobrando vidas inocentes en ambos bandos.
No fue el único momento en el que se habló de la paz en la Gala. Nolan, recordando que “estamos viviendo en un mundo creado por Oppenheimer”, dedicó su premio “a la gente que construye la paz”, y el cineasta y periodista ucraniano Mstyslav Chernov, al recoger el Oscar al mejor documental por 20 días en Mariúpol reivindicó el papel del cine como constructor de la memoria y la historia en el que fue, sin duda, el discurso más emotivo de la Gala. “Este es el primer Oscar para Ucrania –afirmó–, pero ojalá nunca hubiera tenido que hacer esta película. Ojalá pudiera cambiar este Oscar por que Rusia nunca hubiera atacado Ucrania. Ojalá no hubieran matado a nuestros ciudadanos, pero no puedo cambiar la historia ni el pasado. Lo que podemos hacer es que la verdad prevalezca y que la gente de Mariúpol y los que dieron su vida nunca sean olvidados, porque el cine construye memoria y la memoria hace historia”.
Sin Oscar en español
En un año de grandísimas películas, tal como se preveía y a pesar del colosal esfuerzo de promoción de sus películas, ni Bayona ni Pablo Berger pudieron conseguir la preciada estatuilla. Y si La zona de interés le ganó a La sociedad de la nieve el Oscar a mejor película extranjera y Pobres criaturas el de mejor maquillaje, fue Hayao Miyazaki y su El chico y la garza el que dejó a Pablo Berger y a Robot Dreams sin Oscar a la mejor película de animación. Hace unas semanas, Pablo Berger, en la gala de los premios CEC, se mostró clarividente cuando se le preguntó por sus opciones: “Cuando hay un maestro como Miyazaki, uno sabe que probablemente hay que cederle el paso”, sentenció. En cualquier caso, la hazaña estaba hecha. Dos grandes películas que han conmovido a un público internacional y que han sido merecidamente nominadas. Tampoco pudo hablar el Óscar en español en el caso del magnífico documental de la chilena Maite Alberdi, La memoria infinita, vencido –como señalamos antes– por el documental ucraniano 20 días en Mariupol.
Ryan Gosling hace Historia y da una lección de cómo superar la frustración
Y el que tampoco se llevó Óscar pero consiguió elogios, titulares y, probablemente, un hueco en la Historia de estos premios fue Ryan Gosling. Que el actor canadiense tenía todas las papeletas para animar la Gala era un comentario común durante las últimas semanas, en las que las redes habían buceado y encontrado pistas de lo que podría hacer Gosling, o mejor dicho de lo que llevaba haciendo desde niño:
Pero una cosa es esperar con atención su interpretación del tema de Barbie I’m just Ken y otra imaginarse que iba a “robar” la Gala de una manera tan escandalosa. Hacía solo unos minutos, Gosling había perdido el Oscar al que aspiraba –mejor actor de reparto, que fue a parar a Robert Downey Jr por Oppenheimer– y, como si nada, con un sorprendente manejo de la frustración, de los sentimientos, de la escena y del timing, salía de entre el público enfundado en el traje fucsia de Ken, protegido por unas gafas de sol y un sombrero negro y detrás de una Margot Robbie que lloraba de la risa. Fue el sorprendente arranque de una coreografía que fue in crescendo, que contó con todos los actores-Ken de la película y con la participación de Slash, el guitarrista de Gun’s and Roses y que terminó con Gosling bailando con Greta Gerwig, la directora de Barbie y cantando con Emma Stone, como si fuera un revival de La La Land.
Con lo que a algunos les cuesta disimular un mal gesto cuando pierden el Oscar, y Gosling se marca semejante numeraco. Un número brillante que, junto con la actuación de Billie Eilish, que interpretó la que finalmente fue la ganadora del Oscar a la mejor canción, el otro tema de Barbie, What I Was Made For?, animaron una Gala pelín tediosa, donde hay que agradecer, sin embargo, la decisión de dar protagonismo a grandes actores y directores premiados por el Oscar en otras ediciones, que desfilaron repartiendo premios. El escenario fue una auténtica alfombra roja de talento donde pudimos ver desde a Spielberg a Jennifer Lawrence, desde Danny de Vito a Emily Blunt, desde Dwayne Douglas Johnson (la Roca) hasta Al Pacino. El mítico actor fue el encargado de dar el último Oscar, el de mejor película. Y, como solo puede hacer una leyenda, pasó de leer las nominaciones, prescindió del famoso And the Oscar goes to y sentenció la Gala con un rápido “Aquí pone Oppenheimer”. Un maestro. O un caradura. O las dos cosas juntas.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta