Creíamos que el cine actual podía mostrar cualquier escena, por cruda o chocante que fuese. De hecho, cualquier intento de prohibir imágenes escabrosas despierta de inmediato reacciones indignadas contra la censura y la pudibundez. ¿No es el público suficientemente maduro para que nadie le imponga lo que debe ver? ¿Y no es mejor que los adolescentes se enfrenten cuanto antes con las realidades de la vida? Pero esto era antes de que se desatase la cruzada contra el tabaco.
En Estados Unidos, los grupos antitabaco se han movilizado contra el film Reality Bites, en el que Winona Ryder interpreta a una fumadora empedernida. Según los adversarios del tabaco, este mal ejemplo puede hacer mucho daño a los adolescentes. En otros casos, siempre se dice que los jóvenes saben distinguir perfectamente entre la ficción y la realidad. Pero, por lo visto, si se trata del tabaco, las imágenes sí pueden estimular el afán de fumar.
Los grupos antitabaco afirman que no pretenden establecer ningún tipo de censura, pero recuerdan que los que lanzan un mensaje al gran público tienen una responsabilidad. «No digo que los fumadores no existan, pero el personaje hubiera sido igual de verosímil si no fumase», asegura uno de los críticos. Es decir, nada de escudarse en «exigencias del guión» ni en la necesidad de reflejar la realidad.
De prosperar la iniciativa de estas nuevas «ligas de decencia», habrá que pasar por la criba grandes clásicos del cine cuya influencia aún perdura. Y si la técnica ha permitido colorear las películas en blanco y negro, quizá sea también posible borrar el cigarrillo de los labios de Humphrey Bogart o Marlene Dietrich. Todo sea por las nuevas buenas costumbres.