San Sebastián 2022: El cine vence a la alfombra roja en un año de celebración

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Festival de San Sebastián 2022

El equipo de “Los reyes del mundo”, película ganadora de la Concha de Oro (foto: Jorge Fombuena)

 

Ver 40 películas en 8 días no parece, a priori, la dosificación más adecuada. Son días de saturación audiovisual en los que es fácil dejarse llevar por primeras impresiones. Por eso, el paso de los días y la calma favorecen un comentario más preciso sobre el cine más perdurable que ha pasado por San Sebastián en los últimos días.

Si el año pasado el asombroso palmarés acabó ocupando todos los titulares, este año los premios han generado una mejor aceptación, permitiendo que acabemos hablando más de cine que de galardones. En este 70º aniversario de glamour discreto en la alfombra roja, han brillado grandes historias de naturalismo intimista y realismo rural.

Colombia ganó su primera Concha de Oro a la mejor película con Los reyes del mundo, de Laura Mora Ortega (premiada en San Sebastián en 20 por Matar a Jesús). Este retrato de supervivencia de cinco jóvenes en el Medellín más salvaje tiene un planificación y fotografía muy valiosas, así como unas interpretaciones de actores no profesionales de indudable valor. Aun así, es una película de certamen cinematográfico, con una aridez narrativa que resultará muy distante para un público mayoritario.

A Hundred Flowers, ópera prima del cineasta japonés Genki Kawamura, de 43 años, obtuvo el premio a la mejor dirección. Una historia sobre el alzhéimer desarrollada con muchos aciertos en el guion y una simbología visual muy personal y sugerente que impactó en una edición con una presencia muy elevada de las enfermedades mentales en los argumentos de las películas.

El premio a la interpretación lo compartieron dos adolescentes: la española Carla Quílez y el francés Paul Kircher en dos películas antagónicas. Si la actriz desborda simpatía y vitalismo en La maternal, de Pilar Palomero, para muchos la mejor película de la sección oficial y sin duda una de las más aplaudidas, el francés es lo mejor de un retrato demasiado amargo y epidérmico de la madurez sexual en Le Lycéen, de Chistopher Honoré.

La película china A Woman, de Wang Chao, obtuvo el premio al mejor guion, al contar la historia de la revolución cultural de Mao Zedong desde una perspectiva femenina marcada por la incomprensión y la soledad dentro un sistema asfixiante. Un libreto que tiene detalles valiosos, pero que no alcanza la profundidad y belleza del mejor cine de Zhang Yimou sobre esa etapa histórica. Quizás este galardón hubiese sido más justo para la película de Jaime Rosales, Girasoles silvestres, un acercamiento muy empático a personajes tan pasionales como entrañables protagonizado por Anna Castillo.

El premio especial del Jurado fue para Runner, una meritoria ópera prima de la cineasta americana Marian Mathias, mientras que el premio del Público fue a parar a Argentina, 1985, de Santiago Mitre, un notable thriller jurídico que se ha posicionado como una de las claras candidatas al Oscar a la mejor película extranjera.

Cine vasco, perlas y polémicas

Sorprendió la creatividad y variedad del cine vasco con títulos como el drama rural Suro (ganador, entre otros, del premio FIPRESCI), el documental lírico A los libros y las mujeres canto (Premio de la Juventud de la sección Nuevos Directores), y la excelente y melancólica La quietud en la tormenta. Igualmente, el formato documental dejó algunos títulos para subrayar y que impactaron tanto al público como a la crítica: Moonage Daydream, un retrato apabullante sobre el carismático cantante David Bowie, y El techo amarillo, una medida inmersión de Isabel Coixet en los abusos en el Aula de Teatro de Lleida sucedidos en las últimas décadas.

En la preciada sección de Perlas de otros festivales, pudieron verse algunos de los títulos mejor valorados del año, como la británica Living, de Oliver Hermanus, o las españolas As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, y Un año, una noche, de Isaki Lacuesta.

Como siempre, hubo también espacio para la polémica, esta vez por la película austríaca Sparta, del siempre temible Ulrich Seidl, y por el retrato demoledor de Marylin Monroe en Blonde, protagonizada por Ana de Armas y dirigida por el canadiense Andrew Dominik.

 

Más sobre el Festival en las crónicas en vídeo de nuestros críticos

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