Londres. Imparcialidad y más cuidado con los contenidos perjudiciales para los menores son los principios que subraya la nueva Carta de la BBC para asegurar que la cadena estatal esté a la altura de su especial responsabilidad como entidad pública. La Carta, que sustituye a la promulgada en 1981, entrará en vigor el año próximo y tendrá validez durante un decenio.
Desde la primera versión, de 1926, la Carta de la BBC expresa los principios por los que ha de regirse la corporación. Con los nuevos estatutos, el gobierno pretende asegurar que la BBC conserve su independencia y su tradicional misión formativa, a la vez que se mantenga imparcial y respete los criterios de moralidad generalmente aceptados. Con ese fin, da más poderes al órgano rector, formado por personalidades independientes.
Los nuevos estatutos permiten por primera vez una privatización parcial de la BBC, pues se venderá la red de repetidores. Aunque esto no influirá en los contenidos, algunos temen que signifique abrir la puerta a la comercialización de la cadena. El sistema básico de financiación seguirá siendo el canon que pagan los espectadores, si bien se autorizan los convenios de cooperación con emisoras privadas. De esta forma se pretende dar mayor flexibilidad a la BBC y, al mismo tiempo, impedir que intereses comerciales influyan en la línea editorial; pero la verdad es que nadie sabe qué consecuencias tendrán estas nuevas disposiciones. En cualquier caso, la trayectoria reciente de la cadena muestra que en muchas ocasiones la tolerancia y el pluralismo han degenerado en relativismo con respecto a las cuestiones morales.
Las nuevas normas sobre los contenidos son más explícitas, aunque no tan estrictas como querían parte del público y de los parlamentarios. Por primera vez, los estatutos afirman expresamente que la BBC tiene el deber de asegurar que los programas se emitan «a la hora adecuada» y «no sean contrarios al buen gusto ni a la decencia». También señalan que la cadena ha de «velar por la juventud».
En la práctica, eso significa que se debe respetar el «límite familiar de las nueve de la noche», hora hasta la que se supone que no se emitirán programas inadecuados para menores. El gobierno ha insistido últimamente en esta norma, que la BBC no siempre cumple. En un sector como la televisión, que a menudo utiliza recursos vulgares para atraer la curiosidad de la audiencia, la cadena pública no se ha conservado limpia de toda mancha. Los nuevos estatutos pretenden corregir la tendencia de los últimos años, obligando a mayor rigor.
En cuanto a la imparcialidad, la Carta impone a la BBC que elabore un código de conducta con indicaciones precisas. En este terreno, la cadena estatal queda equiparada a la televisión privada, que hasta ahora era la única con obligación expresa de ser imparcial. Pero, a diferencia de las emisoras privadas, la BBC no podrá ser sancionada con multas, que en último término repercutirían en los espectadores, pues ellos financian la cadena.
Además, la BBC tendrá que redactar una «Declaración de Compromisos», donde consten sus objetivos y criterios, y publicar un informe anual sobre cómo los ha cumplido. El órgano rector, nombrado por una comisión real, tendrá plenas facultades para contratar y despedir a los miembros del consejo de administración..
Ben Kobus