Breves notas sobre algunas películas que se estrenan el 25 de mayo.
Caras y lugares
Visages, villages
Director y guionista: Agnès Varda, JR. 89 min. Jóvenes.
Documental de creación hecho a cuatro manos entre la octogenaria cineasta francesa de la nouvelle vague Agnès Varda y el treintañero fotógrafo y experto en instalaciones neoyorquino JR. Ambos recorren Francia en una caravana con una especie de singular fotomatón con el que toman imágenes de considerable tamaño en blanco y negro de las personas con las que se encuentran, base de singulares obras artísticas al aire libre, en fachadas, containers e incluso lo que queda de un búnker, lo que sirve para mostrar una inesperada complicidad intergeneracional en la que se reflexiona sobre el sentido de una vida que pasa deprisa, y de la importancia de cada ser humano con su singular historia.
Llama la atención el vigor de una obra en apariencia sencilla, donde fluyen el aliento poético y las emociones con enorme naturalidad. Resulta particularmente bello el clímax, que acontece alrededor del proyecto de visita al conocido y vanguardista director galo Jean-Luc Godard. José María Aresté.
El doctor de la felicidad
Knock
Director: Lorraine Lévy. Guion: Lorraine Lévy (novela: Jules Romains). Intérpretes: Omar Sy, Ana Girardot, Alex Lutz, Hélène Vincent, Pascal Elbé, Audrey Dana, Chantal Lauby, Christian Hecq. 113 minutos. Jóvenes-adultos.
Historia adaptada de la novela de Jules Romains. El protagonista pretende ser un personaje que pasa página y decide empezar una nueva vida. Sería creíble de no ser por la facilidad con la que resuelve los conflictos que se le plantean (y estropean el thriller). Tampoco ayuda el personaje del sacerdote chantajista y aguafiestas que actúa instintivamente y que da un tono anticlerical que resulta viejuno. La poca construcción de la personalidad de cada personaje hace que la película se desmorone lentamente. Quizás lo salvable de este filme sea la banda sonora al estilo parisino de Cyrille Aufort, al que ya hemos escuchado en Paris, je t’aime.
En definitiva, entre la mezcla de géneros (drama, comedia, thriller y otra vez comedia), la poca profundidad de los personajes estereotipados y la lentitud del guion, El doctor de la felicidad termina siendo tremendamente plana. María Ballesteros.
Sweet Country
Director: Warwick Thornton. Guion: Steven McGregor, David Tranter. Intérpretes: Hamilton Morris, Bryan Brown, Sam Neill, Thomas M. Wright, Matt Day, Ewen Leslie, Anni Finsterer. 112 min. Jóvenes (Violencia, Sexo).
El director australiano Warwick Thornton nos ofrece un western inspirado en unos sucesos reales que tuvieron lugar en la Australia profunda de los años veinte. Un aborigen mata a un blanco en defensa propia y huye, sabiendo que no habrá justicia para él. Con muchas similitudes a las películas del Oeste americanas, el filme nos habla del racismo y la esclavitud, del expolio de terrenos a los aborígenes, y de la incipiente administración de justicia en un territorio aún dominado por la ley del más fuerte.
En esta película dura e impactante, a la vez que realista y creíble, Thornton muestra un estilo vigoroso, una enorme fuerza visual, y una espléndida dirección de actores, entre los que destacan Hamilton Morris y Sam Neill. El guion ofrece una buena construcción de personajes, elogia la virtud humanizadora del cristianismo, y huye de fáciles maniqueísmos. Memorable la fotografía, magnífico el ritmo, nada que envidiar a los grandes westerns modernos… La película mereció el Premio Especial del Jurado en el pasado Festival de Venecia. Juan Orellana.
Disobedience
Director: Sebastián Lelio. Guion: Sebastián Lelio (novela: Naomi Alderman). Intérpretes:Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, David Olawale Ayinde, Mark Stobbart, Cara Horgan, Sophia Brown. 114 min. Adultos (Sexo).
El chileno Sebastian Lelio (Una mujer fantástica, Gloria) confirma su absoluto flechazo hacia los personajes femeninos complejos y con fuertes tensiones sexuales. En este caso, Lelio cuenta el apasionado romance entre dos íntimas amigas que se reencuentran después de muchos años cuando una de ellas acude al funeral de su padre, un conocido rabino.
Feminismo, ideología de género y religión: la cinta lo tiene todo para convertirse en cine de tesis. El problema es que habitualmente, cuando se sigue tan a rajatabla la agenda –sin despegarse apenas del discurso políticamente correcto– lo que se sacrifica es la historia, la evolución de los personajes, la verosimilitud, en definitiva, el cine. Y eso que, al menos, Lelio se muestra honesto con un final menos complaciente de lo que cabría esperar. Pero eso no salva ni una película ni una tesis. Ana Sánchez de la Nieta.