El crítico de cine Stephen Holden comenta en «The New York Times» (18 febrero 2005) algunas paradojas de la película «Mar adentro», de Alejandro Amenábar (ver Aceprensa 104/04).
Hay que reconocer que la película evita convertirse en un diálogo formulario destinado a enfrentar unos contra otros a representantes laicos y religiosos con argumentos predigeridos. Pero, aun así, los personajes (algunos de ellos son una amalgama) a menudo parecen formulaciones esquemáticas pensadas para equilibrar la historia. Y a las más profundas cuestiones filosóficas planteadas por la eutanasia apenas se les echa un vistazo, a menudo a través de comentarios irónicos y amargos del propio Ramón Sampedro. El film no llega a transmitir el claustrofóbico terror experimentado por un hombre que tituló su libro «Cartas desde el infierno».
(…) «Mar adentro» presenta una irónica paradoja. Por una parte se pronuncia sin ambigüedades a favor de la eutanasia, pero muestra cómo Ramón, postrado en la cama e incapaz de moverse, infundía en muchos de los que le rodeaban un marcado sentido de las posibilidades que ofrece la vida. (…)
Al final, los recursos narrativos llenos de suspense que funcionaban con tanta eficacia en una fantasía gótica como «Los otros» (ver Aceprensa 120/01) resultan artificiosos cuando se aplican a lo que se supone debe ser una historia real de la vida, la muerte y el infierno vital del que finalmente Ramón escapa.