Vista de la exposición Ek’ Balam Polifónico, Museo Regional de Antropología de Mérida
Dos interesantes exposiciones temporales propuestas en el Museo Regional de Antropología de Mérida (Yucatán) incluyen piezas prehispánicas de diversos períodos, fotografías, infografías, recreación de estructuras mayas y vídeos. Una de ellas trata de la documentación europea de finales del siglo XIX de la cultura maya en ruinas a través del fotógrafo francés Charnay; la otra, de un episodio de persistencia y resistencia en los primeros años posteriores a la llegada de los españoles a Yucatán en el siglo XVI.
Bajo el título genérico de “Ek’ Balam Polifónico”, se recogen en dos exposiciones temporales el contexto y los avances en la investigación del sitio arqueológico de Ek’ Balam, que sorprende con cada nuevo hallazgo, por la importancia para el estudio del mundo maya prehispánico –antropología, arte y arquitectura– en la península de Yucatán. Los últimos descubrimientos, presentados por Leticia Vargas y Víctor Castillo, arqueólogos, se refieren tanto a piezas prehispánicas recientemente encontradas, como a la interpretación de hechos históricos.
El nombre del sitio está formado por dos vocablos de la lengua maya yucateca: ek’, con el que se denomina al color negro y que también significa “lucero” o “estrella”; y balam, que quiere decir “jaguar”. En la Relación de Ek’ Balam, escrita en 1579 por el encomendero Juan Gutiérrez Picón, se menciona que el nombre del sitio proviene de un gran señor que se llamaba Ek’ Balam o Coch Cal Balam, que lo fundó y gobernó durante 40 años. En el glifo emblema hallado en unos monumentos de piedra llamados Las Serpientes Jeroglíficas, se menciona Ek’ Balam como nombre del sitio en el periodo clásico mesoamericano (del 200 al 900 d.C.).
Un gran explorador
La exposición temporal “Joseph Désiré Charnay, viajero y explorador del México prehispánico”, muestra la visión de un europeo que alcanzó fama mundial por las visitas que realizó a las zonas arqueológicas de Yucatán, y particularmente a la de Ek’ Balam.
El explorador francés Joseph Désiré Charnay visitó Yucatán en varias ocasiones, entre 1857 y 1886, en sus recorridos por el territorio mexicano, en los que utilizó la cámara fotográfica para retratar por primera vez sitios arqueológicos de México. La novedad, para su tiempo, del relato histórico, arquitectónico, arqueológico y artístico que dejó, es memorable. El registro que hizo de lugares como Izamal, Uxmal o Chichén-Itzá en Yucatán, junto con la enorme dificultad que implicó el traslado de un equipo fotográfico que pesaba 1.800 kilos y la situación política del país, así como conseguir los diversos materiales, improvisando soluciones para las tomas fotográficas, hacen del trabajo de Charnay un documento imperecedero y pionero para la historia y la arqueología.
En la exposición se exhiben más de 50 fotografías y daguerrotipos de los lugares arqueológicos yucatecos tal como se encontraban, en estado semirruinoso, a finales del siglo XIX, junto a los nuevos y antiguos hallazgos e interpretaciones de hechos históricos acontecidos en el entorno de Ek’ Balam. Podemos destacar fotos como las de Chichen Itzá (la llamada Casa de las Monjas) o las de las pirámides de Uxmal, junto a una réplica de la pesada cámara utilizada por Charnay.
Obras recuperadas
Un importante conjunto de deidades, objetos ceremoniales y restos de códices mayas incinerados durante el llamado “Auto de fe de Maní”, en 1562, forman parte de la exposición “Ídolos, Persistencias / Resistencias”.
Al cumplirse 461 años de la destrucción de miles de objetos sagrados, hechos estudiados y recogidos ampliamente en la enciclopedia yucateca por antonomasia (Yucatán en el tiempo, de varios autores, Mérida, 1998), se detalla el caso de los indígenas cristianos que fueron acusados de idólatras encubiertos y juzgados por la Inquisición, dirigida entonces por el responsable primero de la provincia franciscana de Yucatán, fray Diego de Landa Calderón. El Museo Regional de Antropología de Mérida, con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), exhibe piezas recolectadas durante los trabajos de excavación del sitio de Maní, tales como máscaras ceremoniales, exvotos, deidades, ofrendas, todas ellas piezas prehispánicas que dan señales del culto persistente, antes y después de 1562.
Entre las piezas que destacar se encuentran el incensario efigie, fechado en 1250-1530, realizado en cerámica policromada; los guerreros custodios de Ukit Kan Le’k Tok’, de claro perfil maya, o las estelas con jeroglíficos –la escritura de Ek’ Balam– en relieve, junto a esculturas de madera estofada de los retablos de iglesias y conventos yucatecos, construidos a partir del comienzo de la evangelización en 1520.
El recorrido incluye fotos y leyendas que, con una finalidad didáctica y para todos los públicos, explican lo que es un sitio arqueológico y distintos momentos de los hallazgos de figuras de deidades de gran tamaño, junto con otros ídolos pequeños de uso doméstico, y diversos objetos de culto.
Gracias a la tecnología, el visitante puede “revivir” en 3D lo que sucedió en el Auto de fe de Maní, en el Convento de San Miguel Arcángel en el siglo XVI, y apreciar lo que sufrieron los indígenas: 6.300 mayas investigados por sospecha de idolatría, 350 exhibidos en la procesión del Auto de fe de Maní, 64 quemados “en efigie” y 84 obligados a usar “sambenitos” para exponerlos a pública vergüenza.
El castigo “en efigie”, que imponía la Inquisición, era infligido a través de un muñeco del tamaño de un ser humano que representaba a los reos. Se aplicaba a quienes habían fallecido antes de terminar el proceso, se habían escapado o simplemente nunca habían sido capturados.
Nuevo sentido crítico
“La exposición es importante, porque ofrece un nuevo sentido crítico y analítico para entender el resultado de la investigación científica sobre documentos históricos y la evidencia material que fue encontrada en la cimentación de edificios que actualmente convergen en la plaza pública del municipio de Maní y en el convento”, explica Arturo Chab Cárdenas, director del Centro del INAH en Yucatán. En la muestra, investigadores del INAH, de la Universidad Autónoma de Yucatán, de la Arquidiócesis y de otras instituciones científicas y académicas –como el Dr. John Chuchiak (Universidad del Estado de Misuri), que ha intervenido en gran parte de la curaduría–, contribuyen a una nueva valoración de aquel hecho histórico.
El rescate de lugares y objetos arqueológicos y documentos históricos señala que en la enorme hoguera del Auto de fe de Maní se destruyeron más de 100.000 imágenes de piedra, madera y barro; 27 códices mayas; 13 piedras utilizadas como altares; 22 piedras labradas, y 197 vasijas para ofrendas.
“En esta exposición podemos ver vestigios que fueron protagonistas de la hoguera, y aunque no se puede recuperar el pasado, se puede buscar la preservación de la memoria y aprender de los errores para la construcción del mañana”, comenta el director del Museo Arqueológico Regional, Bernardo Sarvide Primo.
Esta exposición hace rememorar las palabras pronunciadas por san Juan Pablo II en Izamal, en un célebre encuentro con comunidades indígenas en 1993: “Desde los primeros pasos de la evangelización, la Iglesia católica, fiel al Espíritu de Cristo, fue defensora infatigable de los indios, protectora de los valores que había en sus culturas, promotora de humanidad frente a los abusos de colonizadores a veces sin escrúpulos, que no supieron ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios. La denuncia de las injusticias y atropellos, hecha por Bartolomé de Las Casas, Antonio de Montesinos, Vasco de Quiroga, José de Anchieta, Manuel de Nóbrega, Pedro de Córdoba, Bartolomé de Olmedo, Juan del Valle y tantos otros, fue como un clamor que propició una legislación inspirada en el reconocimiento del valor sagrado de la persona y, a la vez, testimonio profético contra los abusos cometidos en la época de la colonización”.
Dos exposiciones interesantes, que conviene visitar tras documentarse previamente, para conocer los hechos reales que acontecieron, y hacer emerger la verdad, que no se pliega ante sectarismos.