Guido Reni, “el Divino”

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Guido Reni, “el Divino”

Guido Reni, Hipómenes y Atalanta (1618-19), Museo del Prado (fotos: cortesía del Museo Nacional del Prado) 

 

La exposición dedicada a Guido Reni (1575-1642), importantísimo artista boloñés, en el Museo Nacional del Prado, permanece abierta entre los meses de marzo y julio de 2023. Se trata de una importante muestra que invita a repensar su legado. Reni alcanzó en vida las más altas cotas de fama posibles en la Europa barroca de su tiempo, considerándosele capaz de transmitir con su arte la belleza de lo sobrenatural, lo que le valió el apelativo de “divino”. La historia del arte no es lineal, y aunque dicha reputación continuó todo el siglo XVIII, en el que las academias de Bellas Artes le incluyeron entre sus principales referentes, posteriormente no fue así.

En el auge del movimiento romántico del siglo XIX se le desterró –al igual que a la mayoría de los artistas boloñeses de su tiempo– de la cima de la historia del arte, por el método creativo rígido y clasicista de esa escuela. Solo a partir de mediados del siglo XX su aportación comenzó a recuperarse gracias a una serie de importantes exposiciones monográficas, a la que se une ahora la que propone el Museo Nacional del Prado, la segunda que dedica al artista, puesto que la primera se celebró en 1988-89. La definitiva recuperación para la crítica e historia del arte tras su ostracismo se llevó a cabo en 1954, con motivo de la exposición que tuvo lugar en su tierra natal, Bolonia.

Años de formación y desarrollo

A los nueve años entró como aprendiz en el taller boloñés de Denys Calvaert, pintor flamenco apodado “Il Fiammingo”, y allí aprendió a la perfección el dibujo como arte maestra, por encima del color, sujeto a la primera. Poco después, se le unieron en el mismo taller Albani y Domenichino. Se discute si también hubiera seguido el aprendizaje con un pintor llamado Ferrantini.

En 1595, los tres discípulos de Calvaert se marcharon a un taller rival emergente, llamado Accademia degli Incamminati (Academia de los que están en camino o progresando), dirigida por Lodovico Carracci, primo de Annibale y Agostino, cuya educación propugnaba el retorno a la naturaleza. Formaron el núcleo de la prolífica y exitosa escuela de pintores boloñeses que siguieron a Annibale Carracci hasta Roma. Como muchos otros pintores boloñeses, la pintura de Reni empezó siendo muy seguidora de la tradición, para llegar a considerarse manierista, de estilo temático y ecléctico, con una visión heroica e idealizada de la realidad. Su pintura, profundamente influida por la Antigüedad clásica y por Rafael, constituye una de las más vigorosas muestras de la tendencia clasicista del arte barroco, pasando por la influencia flamenca recibida de su primer maestro.

Su partida a Roma debió de producirse en 1601 y allí permaneció con puntuales viajes a Bolonia (quizá en 1603, para asistir al funeral de Agostino Carracci). Allí profundizó en el conocimiento de la pintura de Rafael, conoció la obra magna de Miguel Ángel y la copia de esculturas clásicas. Además, Roma le proporcionó la ocasión de entrar en contacto con propuestas innovadoras como la pintura de Caravaggio, cuyo influjo se deja sentir poderosamente en su producción de 1603 a 1605, en obras como Crucifixión de san Pedro (Museos Vaticanos, Roma), o las colaboraciones en las galerías de frescos del Palazzo Farnese. A partir de este momento, Reni manifestó con total independencia su personalidad artística para importantes comitentes, como los cardenales Paolo Emilio Sfondrati o Scipione Borghese, este último sobrino de Pablo V, para el que realizó los frescos de San Andrés conducido al martirio (1609), en el oratorio de San Andrés (San Gregorio al Celio) o la Aurora (1614) para el Casino del mismo nombre.

Guido Reni, Inmaculada Concepción (1627), The Metropolitan Museum of Art (Nueva York)

Al mismo tiempo, llevó a cabo importantes encargos para la egregia y universitaria ciudad de Bolonia, entre los que se encuentra Matanza de los inocentes (1611, Pinacoteca Nacional de Bolonia), una de sus obras fundamentales, y que se encuentra ahora en esta exposición en el Museo del Prado. En esos momentos Reni alcanzó un lugar determinante en la cultura artística romana, al recibir la influencia de Albani, Caballero de Arpino, Rubens y Gentileschi, e influir al mismo tiempo en otros grandes artistas, como Bernini.

En 1614 se estableció definitivamente en Bolonia, con traslados breves a Roma o Nápoles. Durante este periodo realizó obras como Hipómenes y Atalanta (dos versiones, una en el Museo del Prado, otra en el Museo de Capodimonte, las dos reunidas ahora), que se considera una de sus obras maestras reconocidas, y pintó también sus célebres personajes femeninos (Cleopatra, Lucrecia, Salomé, Judith, etc.), dulces y serenas representaciones que tuvieron gran popularidad y que fueron copiadas en infinidad de ocasiones, al igual que toda su obra en general, en especial la de tema religioso. Durante sus últimos años, Reni modificó su paleta, que progresivamente se fue aclarando hasta alcanzar una calidad casi monocroma, con perfiles también cada vez más imprecisos y pinceladas más sueltas. Obras polémicas para los especialistas en su pintura, que discuten si se trata de obras finalizadas con un estilo más libre, o si son cuadros que se encontraban sin terminar en su taller en el momento de su muerte.

Acercamiento monográfico

En el Museo del Prado se exponen hasta el mes de julio un centenar de obras de 44 instituciones, museos y colecciones públicas y privadas de Europa y América, en un intento de acercamiento monográfico a la figura de Reni abierto a la reflexión e investigación. El planteamiento de la muestra considera las interrelaciones de su arte con el de otras grandes personalidades de su tiempo y con otros ámbitos creativos, así como la presencia de sus obras en el coleccionismo español y la influencia que ejerció en los pintores más destacados del ámbito hispánico. El comisario de la exposición, David García Cueto, jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 del Museo del Prado, ha reconstruido la presencia de obras de Guido Reni en las colecciones reales y nobiliarias del Siglo de Oro, en particular en Madrid, los Reales Sitios y residencias nobiliarias. Fue uno de los artistas más admirados por Velázquez, que como asesor artístico de Felipe IV, decoró sus estancias con obras de Reni, además de otros maestros, como Rubens o Guercino. (Velázquez “retrató” en Las Meninas la colección de estas obras que se encontraban en la estancia, precisamente.)

David decapitando a Goliat (ca. 1606-7), Arp Museum Bahnhof Rolandseck (Remagen)

Se trata de ofrecer una completa visión de la trayectoria de este gran artista boloñés del siglo XVII y llamar la atención sobre su contribución a la configuración del universo estético del barroco europeo, a través de los encargos directamente solicitados a Reni o de la multitud de copias de sus obras, presentes en el gusto y las colecciones de la Europa católica.

Guido Reni fue un artista de los más célebres, con fama, aceptación y reconocimiento absolutos en vida. Los visitantes de esta exposición, que cuenta con la colaboración del Städel Museum (Fráncfort), tienen la oportunidad de contemplar importantes obras poco vistas fuera de sus localizaciones habituales, como el Triunfo de Job, procedente de la catedral de Notre Dame de París (que no se quemó en el incendio de 2019 y que ha restaurado el Museo del Prado para esta muestra); junto a otras más renombradas, como la Inmaculada Concepción del Metropolitan Museum of Art de Nueva York (que estuvo en la Catedral de Sevilla en el s. XVII), la Cleopatra de The Royal Collection de Londres, La unión del dibujo y el color del Museo del Louvre de París, o Salomé con la cabeza de San Juan Bautista y Magdalena Penitente, de las Gallerie Nazionale d’Arte Antica di Roma (Palacios Barberini y Corsini).

Se ha hecho un esfuerzo de diálogo muy interesante de las obras de Reni con otras de la antigüedad clásica (el Torso del Belvedere, Afrodita agachada, Hypnos, etc.), con obras de maestros coetáneos en pintura y escultura (Calvaert, Carracci, Rafael, Tiziano, Caravaggio, Zurbarán, Ribera, Algardi, etc.) y con obras posteriores en las que se deja sentir su influencia (Inmaculada de El Escorial, de Murillo, además de otros maestros españoles del Siglo de Oro). Interesante también la apuesta por las dobles lecturas, para el gran público y para investigadores, por los procesos de restauración explicados dentro del recorrido expositivo, que contribuyen a abrir el conocimiento a cualquier visitante del museo.

A estas y otras obras maestras (71 pinturas, 12 dibujos, 1 libro, 1 cartón, 11 esculturas en total) se unen las del propio Museo del Prado, muchas expresamente restauradas para la ocasión, como San Sebastián, Hipómenes y Atalanta, Muchacha con rosa o la Virgen de la Silla.

Su impronta

La preocupación de Guido Reni por la belleza idealizada del cuerpo humano, tanto en la juventud como en la vejez, como expresión de la belleza de la fe, de la moral cristiana, junto a los valores táctiles en los tejidos, en la piel, en la emotividad de los rostros, y su lenguaje barroco-manierista, hicieron que se le denominara “il Divino”; pero también fue así porque logró divinizar lo humano, como puede verse en la magnífica representación de la Inmaculada Concepción, en el San Sebastián o en las diferentes versiones de San Juan Evangelista, reunidas tres de ellas en esta exposición.

Guido Reni, La unión del dibujo y el color (ca. 1624-25), Museo del Louvre (París)

Gran conocedor de la mitología griega y de las obras clásicas y helenísticas encontradas en Roma, su estilo se va perfeccionando a lo largo del tiempo con diversos referentes e influencias hasta hacerse propio.

La figura de Reni, sin embargo, tuvo sus sombras vitales. Fue acusado de ludopatía y –hecho subrayado en la crítica de arte actual– de misoginia, según datos que se tienen de fuentes directas, que no empañan la importante huella de su obra, pues despidió a las criadas por temor a ser envenenado, en una época también caracterizada por un marcado sentimiento “petrarquista” hacia las mujeres.

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