Decir Internet puede significar sueño o pesadilla. Para muchos, la red de redes se ha convertido en parte imprescindible de su mundo personal y profesional. Para otros, la aldea global ha degenerado en un daimon maléfico, capaz de controlar hasta nuestro espacio más íntimo (desde el funcionamiento neurocognitivo a la expresión emocional, pasando por las relaciones familiares). En cualquier caso, la transformación cultural y antropológica que se está produciendo pide una reflexión profunda. ¿Cabe aún recapacitar serenamente en la era de la inmediatez?
Identidad o reputación “Si blogueo, twitteo y wikeo todo el tiempo, si la mente colmena es mi público, ¿quién soy yo?", se pregunta Jaron Lanier en su último libro, El rebaño digital (Planeta, …
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