El gobierno australiano quiere prohibir la incitación al suicidio en Internet

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Hobart (Australia). El gobierno australiano prepara una ley para prohibir la incitación al suicidio a través de Internet. El proyecto, que incluye también medidas contra la distribución de pornografía infantil por la red, prevé multas de hasta 65.000 dólares australianos (36.500 euros) para los infractores. Según el ministro de Justicia, Chris Ellison, se trata de poner freno a los sitios que «alientan a personas vulnerables a quitarse la vida», lo que apunta claramente a un destacado activista pro-eutanasia australiano, el Dr. Philip Nitschke. El propio Nitschke, que facilitó el suicidio a cuatro personas en el Territorio del Norte en el breve plazo en que estuvo vigente allí la ley de eutanasia (ver servicio 59/97), ha reaccionado con indignación a los planes del gobierno.

Basta hacer una busca rápida en Internet para comprobar que hay miles de sitios y grupos de discusión sobre cómo y por qué suicidarse. De hecho, el mismo día en que Nitschke criticó el proyecto australiano, un periódico inglés entrevistaba al apenado padre de un chico de 17 años que se había ahorcado después de visitar sitios de ese tipo.

A decir verdad, la mayor parte de los comentarios que se pueden leer en los grupos de discusión especializados en suicidio son puro parloteo, que van desde la bravata cínica a la autocompasión exhibicionista. Pero se ha comprobado que pueden inducir a algunas personas a cometer suicidio. A veces se trata de un juego macabro en que uno es retado a «atreverse», como en el caso de un joven de Arizona que en febrero pasado se mató delante de su ordenador ingiriendo una mezcla de drogas, mientras le jaleaban una docena de compañeros conectados con él a través de Internet. Las últimas palabras que escribió con el teclado fueron: «Ya os dije que yo no soy de los que se echan atrás». Otra modalidad, cada vez más frecuente, son los pactos de suicidio entre desconocidos que se encuentran en Internet. En los últimos tres meses ha habido en Japón cuatro de tales pactos, que han costado la vida a doce jóvenes.

Aparte de los casos publicados en la prensa y de lo que se puede averiguar buscando sitios sobre suicidio en Internet, poco más se sabe de este fenómeno. El ministro australiano solo pudo encontrar dos breves estudios, publicados en revistas científicas entre 1997 y 1999, que sirvieran de apoyo al proyecto de ley.

Según el presidente de la Sociedad Alemana para la Prevención del Suicidio, Prof. Georg Felber, es preciso investigar más el papel de los foros sobre suicidio en Internet. Por una parte, dice, pueden desempeñar funciones terapéuticas con algunos jóvenes desequilibrados, pues proporcionan «una oportunidad de dar salida, de forma anónima, a la desesperación y al sentimiento de estar atrapado». Esto puede dar algún alivio emocional e incluso podría llevar a buscar tratamiento.

Mas, por otra parte, los moderadores de los grupos de discusión o webs adheridos a la ideología del suicidio libre, pueden no ser capaces de distinguir las expresiones de genuinos suicidas entre la palabrería incoherente de los otros participantes, y no reconocer a los primeros puede llevarles a matarse. Otro problema es la existencia de voyeurs que incitan a otros a cumplir sus amenazas de suicidarse.

«Esos sitios son peligrosos», ha declarado al diario británico The Observer Keith Hawton, profesor de Psiquiatría en el Centro de Investigaciones sobre el Suicidio de la Universidad de Oxford. «Una de las teorías en que se basan -explica- es que no deben estar sometidos a supervisión alguna ni en absoluto recoger lo que dicen los expertos. Así, todo se queda en suicidas que aconsejan a suicidas, que es lo más peligroso que puede haber».

Michael Cook

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