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Si antaño se relacionaba a Netflix con los atracones maratonianos de películas y series –conocido como bingewatching–, desde que varias plataformas de video y audio permiten la opción, se ha vuelto popular el speedwatching entre los jóvenes, también llamados fasters. Es decir, el atracón, pero a mayor velocidad.
El speedwatching no tiene nada que ver con el speed –la metanfetamina–, pero sí mucho con la velocidad de reproducción a la que se puede ver un producto audiovisual.
Como una pastilla que te alivia un mal, el botón que permite incrementar la velocidad de una película o un podcast, para hacerlo hasta dos veces su ritmo habitual, podría considerarse un calmante para el mal moderno, muy extendido y común…
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