Estos son algunos consejos extraídos del libro Indistractable, de Nir Eyal.
Cuando nos tienta la distracción, no debemos atacarla de frente: eso puede hacer que fijemos la atención en ella y empecemos a obsesionarnos aún más con lo que nos apetece hacer. Más bien, hay que identificar qué emoción desató el deseo y observarla –según la recomendación del monje budista– como quien mira a sus ovejas (o sus cabras): con curiosidad y a distancia, sin enfado. Después hemos de anotar esa emoción (enfado, celos, aburrimiento, soledad, etc.) y la distracción que nos tienta. Así, uno puede acabar sabiendo que cuando me siento solo, tiendo a ir a la nevera a buscar comida.
Los valores deben organizar mi tiempo. La planificación del día tiene que ir precedida de una reflexión sobre qué es más o menos importante para cumplir mis valores, o acabaré en el desequilibrio. Por ejemplo, no tiene sentido pensar que aprovechar el tiempo significa trabajar sin límite o volcar toda la atención en los hijos. A algunas personas les ocurre, por el contrario, que otro (el jefe, la familia, un cliente, el primero que aparece o el móvil) decide en qué emplean sus días.
Para organizar el día, Eyal no recomienda las listas de tareas o los horarios cerrados, sino el timeboxing: cajas de tiempo dedicado a actividades amplias (trabajo, descanso, familia, deporte, etc.) que reflejan mis valores. ¿Cuánto tiempo a la semana sería congruente con mis valores dedicar al trabajo? Y así con el resto de los ámbitos. Es una forma más franca de contemplar el tiempo, aunque probablemente no sirva para todos los temperamentos.
En esas cajas de tiempo, lo esencial es evitar la multitarea. No nos engañemos con esto: el coste de cambiar de tarea o de hacer dos cosas a la vez (no, las mujeres tampoco podemos) es perder mucho más tiempo y cometer más errores.
Eyal recomienda el timeboxing: cajas de tiempo dedicado a actividades amplias que reflejan mis valores
También hay que estar especialmente alerta en los momentos de transición de una actividad a otra, porque en esos instantes es más fácil distraerse pensando que unos minutos dedicados a ver las redes sociales están justificados.
Ahora bien, debemos revisar periódicamente los bloques temporales que nos hemos fijado, porque necesitarán reajustes.
Tiempo para los otros
Un apunte especialmente interesante es que hay que sacar tiempo para las personas a las que queremos: no pueden simplemente quedarse con las sobras. Eyal dice que ahí se deben incluir las actividades del cuidado del hogar que, al final, es cuidado de las personas con las que vivimos. Este tipo de actividades deberían programarse semanalmente.
Como Eyal es marido y padre, hace una observación pertinente sobre la ceguera hacia las labores domésticas. Gran parte de los hombres no han entrenado su atención en fijarse en la cantidad de tareas que hay que realizar en un hogar. No deben esperar a que nadie se lo pida; deberían fijarse y hacerse cargo.
En ese tiempo para los demás también hay que incluir a los amigos. Según Eyal, privarse de amigos íntimos es garantía de desequilibrio vital. La cuestión no está en el número de amigos, sino en la calidad de esas relaciones, que depende de tres factores: alguien con quien hablar, alguien de quien fiarse, alguien con quien disfrutar.
Hay que informar a la gente involucrada en nuestra planificación: compañeros de trabajo, jefes, familia, amigos. Si no lo hacemos, quizá nuestro compañero de trabajo piense que puede interrumpirme porque estoy distraído, cuando en realidad, aunque estoy mirando al infinito, es el momento en que intento concentrarme para reflexionar.
Domar el móvil
Según Adam Marchick, CEO de la compañía de marketing Kahuna, el 85% de los usuarios no personalizan las notificaciones de sus móviles: dejan que las apps decidan por ellos cuándo interrumpirles. Eso es dejar el control en manos de quien adora interrumpirnos. En el iPhone es bastante fácil activar la regla general “No molestar” en determinadas situaciones para evitar las notificaciones. No obstante, es conveniente repasar qué aplicaciones tenemos autorizadas para notificarnos y decidir cuáles son realmente urgentes.
Hay que sacar tiempo para los familiares y los amigos: no pueden quedarse solo con las sobras
El sonido es lo más disruptivo. En la inmensa mayoría de las situaciones, tener el móvil silenciado es una magnífica idea, por nosotros y por los demás.
Otro bloque del libro está dedicado a las reuniones en el trabajo. Para Eyal, en la mayoría de los casos son una pérdida de tiempo. Las reuniones no son el lugar para hacer tormenta de ideas, según Eyal. Eso se debe reservar para, como máximo, dos personas. Él exige dos requisitos para ir a una reunión: una agenda muy concreta sobre lo que se va a discutir y una propuesta de solución no más amplia que una carilla.
En las reuniones no admite pantallas: papel, bolígrafo y, si acaso, post-it. Las pantallas en las reuniones son escapismo psicológico, advierte: una ventana para salir de la reunión y estar en otra parte.
Montse Doval Avendaño es periodista y profesora
en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Vigo.