Kalev H. Leetaru, un experto en tecnologías de la comunicación, y la agencia de noticias IRIN, especializada en la cobertura de “conflictos olvidados”, decidieron investigar cuánto duraba la atención mediática a varias catástrofes naturales acaecidas este año. Resultado: apenas tres días.
El patrón se cumple igualmente en todos los sucesos estudiados. Por ejemplo, tanto en el terremoto de Nepal (abril de 2015) como en el desastre producido por el ciclón Pam en Vanuatu (marzo de 2015), el número de noticias que se referían a estas regiones se multiplicó por seis en las 72 horas siguientes a la tragedia. Después desciende bruscamente; en 10 días ya casi ha vuelto a los niveles anteriores, aunque los efectos aún se dejan notar algo durante las dos semanas posteriores al pico informativo.
En el caso del terremoto de Nepal, se produjo una segunda subida en la atención mediática –aunque considerablemente inferior a la primera– cuando un helicóptero norteamericano que ayudaba en tareas humanitarias tuvo un accidente en el que murieron todos los ocupantes. Esta noticia provocó una curva de atención idéntica –72 horas– a la primera, aunque a menor escala.
Mientras que la catástrofe de Nepal no pudo ser prevista, el ciclón que golpeó violentamente Vanuatu había sido anunciado días antes. Sin embargo, apenas se nota un aumento en la atención mediática hasta el día del desastre. Después, una vez más la curva de los tres días.
El modelo se repite de manera muy parecida en los medios de los distintos países estudiados. Además, el número de muertos causados por las catástrofes (8.600 en el caso de Nepal, 11 en Vanuatu) no parece influir en la longitud de la curva.
Como comenta el propio Leetaru en The Atlantic, esta investigación debería alertar a las ONG y a las agencias de cooperación nacionales de que, si quieren comprometer al público internacional tras un desastre, cuentan con un espacio de tiempo muy reducido antes de que caiga en el olvido.