Kinshasa. En la República Democrática del Congo es difícil encontrar un indicador económico que marche bien. Pero hay una industria floreciente: la de productos de cosmética para aclarar el color de la piel. Mientras que la población blanca de Occidente recurre a cremas y rayos ultravioleta para lograr el bronceado, las congoleñas no quieren saber nada del color natural de su piel e intentan asemejarse a blancas, amarillas o mestizas.
Para conseguir aclarar el color de la piel todos los medios son buenos. Los más empleados son productos a base de hidroquinona. La variada gama va desde el jabón a la crema, pasando por productos inyectables cuyos efectos a largo plazo no han sido estudiados. Una lista no exhaustiva incluye nombres como Top Lemon, Superclaire, Peau Claire, Extraclaire, Maxiclaire, Femme Claire…
Buena parte de las congoleñas que utilizan estos productos acaban teniendo manchas negruzcas en la piel. Estas manchas no desaparecen, y les dan la apariencia de máscaras. Como no existe un estudio médico es difícil saber la amplitud de esta enfermedad de la piel.
El afán de aclarar la piel lleva a algunas a hacerse un molde de su cuerpo con una mezcla de los diferentes productos y permanecer así durante cinco horas, al menos, en un lugar caluroso. Todo por el deseo de cambiar de piel para ser bella y atractiva, según explican unas y otras.
En algunos países africanos, estos productos a base de hidroquinona no se pueden vender sin receta médica. Pero en la República Democrática del Congo se venden en la calle sin control, sin cumplir condiciones de fabricación ni de venta. La publicidad de estos productos se pasa en todas las cadenas de televisión, con bailarinas que aparecen medio desnudas haciendo la promoción de estos productos de belleza y animando a las otras congoleñas a llegar a tener un color «jaune-bitabe» (amarillo banana).
Las mujeres de piel intermedia no son ni blancas, ni amarillas, ni negras, ni mestizas. Algo así como lo que el ex presidente Mobutu decía del país: «Zaire no está a la derecha, ni a la izquierda, ni incluso en el centro». Zaire se encontraba en otra parte, pero no donde debería estar para lograr el desarrollo.