El Tribunal Supremo de Estados Unidos sentenció el 13 de junio que no se puede patentar genes, ya que son productos de la naturaleza. El caso había nacido por el pleito contra la compañía biotecnológica Myriad Genetics, que desde hace casi dos décadas ostentaba la patente de dos genes (BRCA1 y BRCA2) asociados al cáncer de mama y de ovario. Este monopolio había provocado que el examen para detectar anomalías en alguno de ellos costara alrededor de 3.000 dólares. Se espera que con la nueva sentencia los precios bajen significativamente.
A pesar de que el caso era antiguo, cobró especial relevancia pública hace poco, cuando la actriz Angelina Jolie anunció que se sometería a una mastectomía, tras haberle sido diagnosticada (en una prueba que le había costado 3.000 dólares) una alteración genética que aumentaba sensiblemente la posibilidad de desarrollar cáncer de mama.
Se espera que bajen los precios de las pruebas para detectar anomalías relacionadas con estos genes del cáncer de mama
Lo que sí es lícito patentar
La sentencia del Tribunal Supremo, adoptada por unanimidad, explica que aislar un gen (localizar exactamente su posición en el cromosoma y separarlo de los demás) no supone ningún acto de creación, aunque hallar su relación con una enfermedad sea un verdadero descubrimiento.
Otra cosa es elaborar ADN sintético (conocido como ADN complementario o cADN) en un laboratorio. Esta técnica consiste en eliminar de un gen los nucleótidos que no sirven para crear proteínas, formando una versión sin “contenido basura”. Como este nuevo producto no se encuentra en la naturaleza, sino que supone una intervención humana, sí es patentable. La sentencia también admite la posibilidad de patentar una determinada técnica para aislar un gen, pero explica que la empleada por Myriad Genetics era ya conocida en la comunidad científica. Por último, el Tribunal Supremo reconoce la patentabilidad de nuevas aplicaciones médicas desarrolladas a partir de la investigación genética.
El fallo supone un hito (¿definitivo?) en una larga contienda sobre los límites de las patentes genéticas y médicas en general. El año pasado, un tribunal federal de apelaciones en Washington había reconocido a Myriad la capacidad para patentar genes aislados. Sin embargo, también el año pasado, el Supremo falló por unanimidad en contra de la posibilidad de patentar pruebas médicas basadas en la relación entre la cuantía de las dosis de los medicamentos y la idoneidad de los tratamientos.
Se puede patentar el ADN sintético creado en laboratorio y también una determinada técnica para aislar un gen
Posibles consecuencias
La reciente sentencia del Tribunal Supremo ha sido muy bien recibida tanto por el público general (hacerse una de esas pruebas será ahora mucho más asequible) como por las compañías rivales de Myriad, algunas de las cuales ya han anunciado que comenzarán a hacer sus propios tests.
La contrapartida es que, presumiblemente, disminuirá la financiación privada en la investigación genética, ya que los descubrimientos serán económicamente menos rentables.
En cuanto a la influencia en otras industrias paralelas, como la farmacéutica o la de alimentos transgénicos, algunos expertos opinan que la sentencia apenas tendrá relevancia, porque en estos campos se emplean fundamentalmente genes sintéticos, cuya patentabilidad ha sido reconocida por el Tribunal.
El fallo podría afectar a otros genes humanos protegidos por patentes. Según algunos cálculos, existen 4.000 genes patentados (alrededor del 20% del total). Sin embargo, según explica en The New York Times Chistopher M. Holman, experto en el tema, muchas de las patentes se concedieron a finales de los 90 y su licencia está próxima a expirar; otras muchas protegen genes sintéticos o que no tienen ningún interés médico conocido.
En cambio, donde podría darse un importante freno a la investigación es en el emergente campo del los genes bacterianos, algunos de los cuales se utilizan para producir enzimas o biocombustibles. Como señala Hans Sauer, viceconsejero general de la Organización de la Industria Bioquímica norteamericana, “paradójicamente, la sentencia podría dañar especialmente a áreas que no tienen nada que ver con los genes humanos”.