La participación política de los ciudadanos y el interés que muestran por los asuntos públicos son signos del capital social con que cuenta un país. Pero en muchas naciones desarrolladas, esta actividad cívica está retrocediendo, e Internet puede ser una causa.
Según explica una nota de prensa del IZA – Institute of Labor Economics, de Alemania, el estudio Internet de banda ancha y capital social, publicado por esa entidad, muestra que los países y regiones con bajos niveles de capital social tienden a demorar su desarrollo y su crecimiento, “y en algunos países desarrollados ya se viene constatando, en las últimas décadas, un declive de la participación política y compromiso cívico”.
La nota recuerda que en su bestseller Bowling Alone, Robert Putnam sugiere que la televisión y otras formas de entretenimiento doméstico, como los videojuegos, probablemente han reemplazado en parte a las actividades relacionales en el tiempo libre individual. Si la televisión, un medio de masas unidireccional, puede desplazar el capital social, tiene sentido suponer que Internet, que ofrece contenidos a demanda y permite la interacción comunicativa, pueda inducir un efecto sustitutivo aun más poderoso.
“¿El tiempo que empleamos online desplaza nuestra implicación cívica y nuestra participación política? ¿Está Internet debilitando nuestros vínculos sociales al hacer que estemos menos conectados que antes?”.
El estudio, que analiza datos de una encuesta de hogares británica, revela que, tras la llegada de la banda ancha a una zona, retroceden formas de ocio que se disfrutaban usualmente en compañía (ir al cine, a conciertos o al teatro), así como la participación en actividades políticas o vecinales, que suelen tener lugar durante el tiempo libre. En cambio, no se observa descenso de las reuniones con amigos.
Los autores hacen notar, sin embargo, la complejidad que han añadido las redes sociales a Internet. “Estudios más recientes sugieren que las redes sociales pueden servir también de apoyo a la acción colectiva y la movilización social, especialmente en las democracias jóvenes y en los regímenes autoritarios, con lo que dan una contribución potencialmente positiva al fortalecimiento de la participación política”.
Otras investigaciones, entretanto, señalan consecuencias negativas de las redes, que pueden también servir de plataforma para la difusión de información falsa y de contenidos incívicos, así como alimentar la polarización en el debate político. “Futuros estudios deberán encargarse de estos efectos contrarios”.