Contrapunto
Un reportaje de la BBC sobre la explotación sexual de las modelos, emitido el 23 de noviembre, ha provocado la polémica en el mundo de la moda. El reportaje se centra sobre todo en Milán, en las escuelas y agencias de modelos, donde las aspirantes o profesionales, según la BBC, son acosadas sexualmente o incitadas al consumo de drogas. Para obtener pruebas, la BBC utilizó en algunas ocasiones el sistema de la cámara oculta para filmar escenas comprometedoras en fiestas, y envió a una periodista que se hacía pasar por aspirante a modelo a la que pronto fueron requeridos favores sexuales.
La filmación también contiene entrevistas con modelos y otros profesionales que han prestado voluntariamente su testimonio. Una veterana modelo, Benedetta Marzini, asegura que el reportaje de la BBC se queda incluso corto: «Sexo y cocaína han estado siempre en circulación en los ambientes de la moda. Y, para los modelos masculinos, el chantaje homosexual es aún más fuerte». Círculos de Milán relacionados con la moda y hasta la política reaccionaron ante lo que consideran «un producto construido para hacer daño a la ciudad». Sin embargo, algunas agencias han emprendido ya investigaciones internas, y dos altos ejecutivos de la agencia Elite, filmados en el reportaje, han dimitido.
Ante este reportaje, es comprensible la reacción de aquellos profesionales de la moda que se consideran injustamente metidos en el mismo saco. Como antaño sucedía con el mundo del espectáculo y los llamados entonces «cómicos», no es de recibo considerar que por el solo hecho de ser modelo, agente de modelo o fotógrafo se sea ligero de cascos o cosas peores. Se supone que todas las profesiones son dignas… si se realizan dignamente. Quizás el problema está entonces no en la profesión -tan buena o mala como otra-, sino en el entorno en que se realiza. Y, más concretamente, en la evolución que en los últimos años ha registrado gran parte de la moda, que, por cierto, no es ajena a la de la propia sociedad.
Por poner un ejemplo cualquiera: la edad de las modelos o aspirantes. Resulta sorprendente comprobar cómo revistas y demás dan alegremente la bienvenida a chicas de 15, 14 y hasta ¡12 años! Estas chicas que deberían tener una vida «normal» -ir al colegio, salir con amigos, etc.-, se ven sometidas a una presión que pocas mujeres adultas resistirían. Sí, hay alguna madre consciente que se ocupa de acompañar a su hija a castings y trabajos. Sí, hay chicas que seleccionan muy bien sus trabajos o que evitan socializar más de lo estrictamente necesario, manteniendo su círculo de amistades fuera de la moda. Y, desde luego, hay agencias que velan por los intereses de sus chicas más allá de lo «profesional», porque saben la verdad: son niñas (aunque en los reportajes parezcan mujeres) y, como tales, mucho más vulnerables.
Pero también sucede lo contrario: hay profesionales a los que no les importan nada las modelos (más allá de lo que les puedan reportar en un sentido u otro); y lo que es mucho peor, hay padres tontos, fascinados por el glamour o la fama y hasta, por desgracia, ávidos de dinero.
Otros riesgos afectan no sólo a las modelos de 14 años, sino a todas. Primero, una competitividad brutal que incide en un ambiente de trabajo muchas veces difícil. Sí, la hay en otras profesiones, pero aquí es sobre una base distinta y única: la belleza, el cuerpo. Y está la fotogenia y otros factores, pero entre 30 chicas estupendas y por mucho que se diga… hay ciertas posibilidades de recibir proposiciones, porque hay ciertas posibilidades de que la chica que acepte sea la que consiga el trabajo entre esas 30. Y esto se sabe. Y se «practica» porque alguna chica -joven, ambiciosa o las dos cosas- accederá para ser ella la elegida. ¿Que hay algunas que dirán que no? Sí, pero proposiciones hay. Y posibilidades de decir que no también, unas veces con consecuencias y otras sin ellas.
Secreto a voces
¿Drogas? Hay tanta como en otros muchos ambientes donde se trabaja bajo mucha presión (algunos medios de comunicación, rodajes, parte del sector financiero, etc.). No son exclusivas de la moda las drogas, pero cuando alguien está a tope de trabajo -varios desfiles en un día, hoy en Milán, mañana en Londres, pasado mañana no sé, sesión inacabable con ropa de invierno a 35 grados, etc., etc.-, una raya de coca en un momento dado parece la solución para seguir adelante.
También influye el ambiente que se respira. Ya se pueden poner algunas como fieras, pero lo cierto es que la moda trata a veces a las mujeres y en particular a las modelos como carne. Cualquiera que haya visto, por poner un ejemplo, un back-stage, sabe que en su mayoría las modelos se cambian de ropa a la vista de casi todos los que están allí. No hablemos ya de cómo «las visten» para la pasarela o la foto. Por supuesto que no hay justificación para el acoso o el abuso, pero muchos hombres que trabajan en moda están acostumbrados a verlas así de continuo -como carne-, y algunos así las tratan.
Hace años, el diseñador francés Castelbajac declaró que se enamoró de la que luego fue su mujer, entonces modelo, cuando ésta se negó a cambiarse de ropa sin cortinilla. Más allá del posible sensacionalismo del reportaje de la BBC, de la existencia de buenos y buenas profesionales en la moda, de sujetos impresentables, chicas temerosas o muy ambiciosas… hay que tener un poco de sentido común: ni tan jóvenes, ni tan solas, ni tan desnudas.
Habría que preguntarse también por qué hasta ahora la prensa no ha hablado de lo que parece ser un secreto a voces en el sector. Creíamos saberlo todo sobre el mundo de la moda, que ha extendido su audiencia más allá de la prensa especializada hasta reclamar la atención general. Pero las llamativas transparencias ocultan a veces tristes opacidades. Esos mismos periódicos y revistas que nos han contado hasta el último botón de las colecciones y de las tendencias, de las opiniones de los modistos y de la carrera de las modelos, parece que nunca se han interesado por poner al desnudo esas realidades desagradables camufladas bajo el glamour. Lo cual es sorprendente, sobre todo en unos tiempos tan sensibles a cualquier acoso sexual en el mundo laboral. ¿Será por las sinergias que hay hoy día entre moda y prensa?
Aurora Pimentel